El caballo al que no había que alimentar
—¿Cuánto comen los caballos? —preguntó Jared mientras caminaba con su tío Memo por el establo de los caballos.
—¡Mucho! —contestó el tío Memo—. Es bueno que podamos sacarlos a pastar todos los días —él sonrió—. ¿Alguna vez te conté del caballo al que no había que alimentar?
—No. ¿Se puede no alimentar a un caballo?
—Bueno, oí de un hombre que descubrió cómo criar un caballo que no necesitaba comer —explicó el tío Memo—. ¡Solo imagina el dinero que se podría ahorrar!
Jared miró a su tío, confundido.
—¿Un caballo que no come? ¿Cómo es eso posible?
—Este hombre comenzó a reducir la cantidad de alimento del caballo, una onza por día —indicó el tío Memo—. Luego lo redujo dos onzas, después tres onzas, etcétera. Hizo lo mismo hasta que el caballo casi no comía nada.
—¡Guau! —exclamó Jared—. ¿Y qué pasó después?
—Bueno, esa es la parte triste —expresó el tío Memo—. Un día el caballo murió.
Por un momento, Jared se quedó mirando a su tío, boquiabierto. Después vio que él sonreía y se dio cuenta de que solo estaba bromeando
—¡Tío Memo! ¡Me estás tomando el pelo!
El tío rio a carcajadas.
—Sí, reconozco que sí. Pero realmente he conocido a personas que eran casi tan necias como ese ranchero. Siempre trataban de salirse con la suya alimentando a su ganado con la menor cantidad posible de comida. Después se preguntaban por qué sus animales no crecían como debían —el tío Memo se arregló el sombrero, pensativo—. He conocido a algunos cristianos que también son así —agregó—. Yo mismo fui así por un tiempo. Comencé leyendo mi Biblia, orando y asistiendo regularmente a la iglesia. Después comencé a hacerlo cada vez menos… estaba tan ocupado con las cosas de la granja, como puedes ver. Me tomó un tiempo darme cuenta de que mi alma no estaba recibiendo alimento y que mi vida espiritual estaba sufriendo. Necesitaba pasar tiempo con Jesús y con Su pueblo para que Él pudiera llenarme con Su paz y recordarme de Su presencia.
—Guau —respondió Jared—. ¡Nunca había considerado el ir a la iglesia o leer mi Biblia como algo tan importante como la comida!
El tío Memo le sonrió.
—Nunca te olvides de que tu alma necesita alimentarse, tanto como tu estómago.
SHERRY L. KUYT
NO DESCUIDES TU VIDA ESPIRITUAL
VERSÍCULO CLAVE: LUCAS 4:4 (RV60)
NO SOLO DE PAN VIVIRÁ EL HOMBRE, SINO DE TODA PALABRA DE DIOS.
¿Te acuerdas de comer todos los días? ¡Por supuesto que sí! Pero ¿qué me dices de tu alimento para tu alma? Tu alma necesita a Jesús tanto como tu estómago necesita la comida. Si no la alimentas, tu vida espiritual sufrirá. Pasa tiempo en comunión con otros creyentes para escuchar lo que Dios dice en Su Palabra; ora y lee la Biblia por tu cuenta también. Deja que Jesús alimente tu alma al recordarte de Su verdad, Su amor y Sus promesas
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