Culpable de todos los cargos

—Últimamente se han estado pasando muchas notas —anunció la señora Bonilla—. De ahora en adelante, cualquier persona que le vea pasando una nota no podrá salir al recreo.

Camilo asintió. También había notado que muchos de los niños estaban pasándose notitas. Al día siguiente, vio cómo Leandro y Josías se pasaban notitas. «Será mejor que tengan cuidado», pensó, «o van a tener que quedarse en el recreo». El niño, entonces, decidió escribirles una nota para advertirles a sus amigos que tuvieran cuidado.

Cuando Camilo le pasó la nota a Josías, la señora Bonilla levantó la mirada.

—Camilo, Josías y Leandro, todos ustedes se quedan hoy en el recreo.

—¿Yo? —preguntó Camilo—. ¿Y yo qué hice?

—Te vi pasar una nota —indicó la señora Bonilla—. Te quedarás con los otros niños.

Así que los tres niños pasaron el recreo de la tarde en sus escritorios.

Esa tarde, Camilo se quejó de su castigo.

—¡Escribí solo una nota! —refunfuñó—. ¡Los otros chicos escribieron mucho más! ¡No es justo!

—¿Cuántas notas dijo la maestra que podían escribir? —preguntó su padre.

—Bueno… ninguna. Pero todavía creo que podía haberme dejado jugar al menos la mitad del recreo, ¡ya que los otros escribieron muchas más notas que yo!

—A pesar de que solo escribiste una nota, eras culpable de todos los cargos, ¿verdad? —comentó papá.

—Supongo, pero no fui tan malo como los otros —insistió Camilo.

—Tu argumento me recuerda a las personas que creen que Dios debería excusarlos porque no creen que sean tan malos como otras personas que conocen —explicó papá—. La verdad es que todos hemos pecado y la Biblia dice que eso nos convierte a cada uno de nosotros en pecadores culpables delante de Dios, sin importar cómo se vean nuestros pecados en comparación con los de otros. Pasaste una nota en la clase, sabiendo que iba en contra de las reglas, y recibiste el castigo que merecías.

Camilo suspiró y metió la cabeza entre sus hombros.

—Supongo que sí merecía quedarme en el recreo —admitió al fin. El niño miró a su padre—. Vas a señalar que no necesitamos ser castigados por nuestro pecado, ¿verdad?

Papá sonrió.

—¡Claro que sí! A pesar de que cada uno de nosotros merece ese castigo, Jesús murió en la cruz para salvarnos de él. Jesús tomó el castigo por nuestro pecado, ¡para que no tuviéramos que ser castigados!

HAZEL W. MARETT

TODOS LOS PECADOS MERECEN CASTIGO

VERSÍCULO CLAVE: SANTIAGO 2:10

PORQUE CUALQUIERA QUE GUARDA TODA LA LEY, PERO FALLA EN UN PUNTO, SE HA HECHO CULPABLE DE TODOS.

¿Piensas que eres una muy buena persona, mejor que la mayoría de los niños que conoces? Dios dice que todos somos pecadores. Todos somos igualmente culpables de romper la ley de Dios y todos merecemos ser castigados. Pero lo maravilloso es que Jesús murió para tomar el castigo por nuestro pecado. En lugar de sufrir la muerte eterna que mereces, ¡puedes tener vida eterna con Dios! Confía en Jesús como tu Salvador hoy mismo. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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