Respuestas al instante

—En realidad no veo de qué sirve orar por las cosas —comentó Abigaíl mientras cojeaba hacia el refrigerador una mañana—. He estado orando para que mi tobillo torcido sane, pero Dios no ha contestado mi oración —ella se puso a husmear en la nevera—. ¿Dónde el jugo de naranja?

—Temo que se acabó —indicó su madre—. Pero aquí hay unas naranjas. ¿Qué tal si las exprimes?

Abigaíl negó con la cabeza:

—Eso toma mucho tiempo —dijo cerrando la puerta del refrigerador—. Comparé un jugo de la máquina de la escuela.

—¡Mamá! —gritó Jairo desde la sala familiar—. ¡La Internet funciona otra vez! —la madre y Abigaíl oyeron cómo el niño se había levantado para reiniciar el enrutador inalámbrico—. Esto es tan fastidioso —se quejó en voz muy alta.

Abigaíl refunfuñó.

—Ese enrutador necesita ser cambiado. Aun cuando funciona, la Internet siempre es muy lenta. Me tomó siglos buscar información sobre los mamíferos, para mi tarea de ciencias anoche.

—¿De veras? —preguntó su madre—. ¡Te tomó siglos!

—Bueno, veinte minutos.

Mamá sonrió y negó con la cabeza.

—Me parece que nuestra cultura de «quiero algo y lo quiero ahora» les está dando a ti y a Jairo una mentalidad de gratificación instantánea —ella observó a Abigaíl, pensativa—. Y si tengo que juzgar por lo que dijiste hace unos minutos, ¡parecería que esa actitud podría estar contaminando también tu vida de oración!

Abigaíl frunció el ceño.

—¿Qué es una mentalidad de gratificación instantánea?

—Es cuando estamos tan acostumbrados a tener las cosas inmediatamente, que el retraso más pequeño se vuelve inaceptable para nosotros, como tener una conexión de Internet que no tenga la velocidad de un rayo o tomar unos minutos para exprimir una naranja —explicó mamá—. Puede hacernos creer que Dios también debería responder nuestras oraciones al instante.

Abigaíl se encogió de hombros.

—Está bien, pero se supone que debemos esperar una respuesta, ¿verdad?

—Sí, pero pedirle a Dios una respuesta a la oración no es lo mismo que buscar respuestas para una tarea en Internet —señaló la madre—. El tiempo de Dios no siempre encaja con el nuestro. Él es mucho más paciente que nosotros. Jesús camina pacientemente con nosotras a través de las circunstancias difíciles que afrontamos en la vida, como un tobillo torcido que necesita tiempo para sanar, para que podamos aprender a confiar en Dios y a ser más como Jesús. Cuando recordamos cuán paciente y cuidadoso es Él con nosotros, podemos ser pacientes y esperar por Sus respuestas. Dios responderá cuando sea el momento justo.

TANYA FERDINANDUSZ

ESPERA LAS RESPUESTAS DE DIOS

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 25:5

GUÍAME EN TU VERDAD Y ENSÉÑAME, PORQUE TÚ ERES EL DIOS DE MI SALVACIÓN; EN TI ESPERO TODO EL DÍA.

¿Tienes una mentalidad de gratificación instantánea? ¿Quieres siempre las cosas ahora mismo, o para ayer? No hay nada de malo en usar las conveniencias modernas que nos ahorran tiempo y esfuerzo, pero el tiempo de Dios es diferente al de nuestro mundo apresurado. Confía en que el Señor te ayudará a ser paciente, como Él, cuando le presentas tus peticiones en oración y te responde en el momento que Él sabe que es mejor.

Clave de Hoy
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