Cristianos camaleones
—Odio estar encerrado con esta mensa pierna rota —se quejó Jacinto con su tío—. Todos mis amigos están afuera divirtiéndose sin mí. ¡No es justo!
—Bueno, te traje algo que te podría ayudar —el tío Jorge le entregó a Jacinto una bolsa de papel, que el niño abrió emocionado. Allí encontró un frasco que contenía una criaturita verde que medía unos diez centímetros—. Es un camaleón —explicó el tío—. A ver, puedes sacarlo del frasco. A él le gustará correr por las plantas de tu madre que están en el borde de la ventana.
Jacinto rio.
—No si mi mamá lo ve —dijo mientras ponía cuidadosamente a su nueva mascota en el tallo de una planta—. ¡Oye! ¡Se ve diferente, tío Jorge! Su color está cambiando.
El tío Jorge rio.
—Debe saber que está en nuevo ambiente.
—¡Qué genial! —exclamó Jacinto—. Sabía que los camaleones cambiaban de color, pero nunca lo había visto. Mi maestra dice que la gente cree a veces que los camaleones solo cambian de color para confundirse con lo que los rodea, pero también cambian de color basados en su estado de ánimo o en cómo se sienten… por ejemplo, si tienen mucho frío o mucho calor.
El tío Jorge asintió, pensativo.
—La gente también puede ser así, ¿verdad?
—¿Te refieres a que cuando alguien está enojado o avergonzado, se le pone roja la cara? —preguntó Jacinto.
El tío Jorge rio.
—De hecho, estaba pensando en otra manera de cambiar de color. Como cristianos, puede ser fácil sonreír y alabar a Dios cuando todo está saliendo como queremos. Pero, cuando algo malo sucede, podemos cambiar de colores rápidamente a veces. Al mirarnos, la gente que nos mira no sabría que creemos en un Salvador amoroso que se preocupa por nosotros.
Jacinto se sonrojó. Desde que le había roto la pierna, se había quejado y se dedicó a la autocompasión. En realidad, no se había portado muy bien con sus amigos.
—La vida es dura a veces —continuó el tío Jorge—. Jesús entiende, y Él también experimentó cosas difíciles cuando vino a la tierra para salvarnos. Cuando suceden las cosas malas, podemos compartir nuestros sentimientos con el Señor. Él nos recordará que nos ama, y el Espíritu Santo nos ayudará a reflejar ese amor en nuestra actitud —el tío Jorge se levantó—. Será mejor que me vaya. Disfruta de tu nueva mascota. Obsérvala y ve a los demás colores en los que cambiará.
Jacinto sonrió.
—Gracias, tío Jorge. Y gracias por recordarme que también puedo cambiar de colores.
MATILDA H. NORDTVEDT
REFLEJA A JESÚS EN TU ACTITUD
VERSÍCULO CLAVE: GÁLATAS 5:25 (NTV)
YA QUE VIVIMOS POR EL ESPÍRITU, SIGAMOS LA GUÍA DEL ESPÍRITU EN CADA ASPECTO DE NUESTRA VIDA.
¿Tu actitud refleja consistentemente tu fe en Jesús? ¿O cambia constantemente, basada en tu estado de ánimo o tus circunstancias? Cuando afrontas una situación difícil, es posible que sientas miedo o enojo, y eso está bien. Pero recuerda que Jesús entiende lo que estás viviendo y promete que estará contigo. Comparte tus sentimientos con el Señor y deja que tu actitud y la forma en que tratas a los demás demuestre que tienes fe en Sus promesas.
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