¿Quién recibe el crédito?

—Olga estuvo hoy en la escuela dominical —anunció Lea con el ceño fruncido.

—¿Por qué te ves tan molesta por eso? —preguntó su madre, sorprendida—. ¡A mí me parece genial! ¿No la invitaste algunas veces?

—Ese es el problema —expresó Lea—. He tratado de hacer que venga a la iglesia por tres años y siempre me ha dicho que no. ¡Y hoy aparece con Safira!

—Bueno, lo importante es que vino —opinó mamá, quien fue interrumpida por el timbre de la puerta—. Esa debe ser tu abuelita con esas plantitas de flores que me dijo que nos iba a traer.

Después de que la abuela regresó a su casa, Lea y su mamá decidieron sembrar las flores enseguida.

—¿Sabes algo, hijita? —dijo su madre mientras le entregaba una toalla a su hija—. Estas plantas me recuerdan a ti y a Olga.

—¿A mí y a Olga? —la niña se veía confundida—. ¿Cómo?

Mamá cavaba en la tierra mientras explicaba:

—Bueno, la abuela sembró las semillas para estas flores y las cuidó hasta que desarrollaron raíces saludables. Ahora vamos a respaldar los esfuerzos de tu abuelita y cuidaremos de estas plantitas. Y, de cierta manera, tú sembraste una semilla en Olga: fuiste la primera en invitarla para que conozca más sobre Jesús en la iglesia. Después Safira respaldó tus esfuerzos al invitarla también. ¿No te parece?

—Supongo que sí —indicó Lea, todavía con un puchero—. Pero ¿por qué Olga no quiso venir cuando la invité?

Su madre negó con la cabeza.

—No lo sé. Pero recuerda, hija, que compartir de Cristo no es una competencia. Dios las está usando a las dos, a ti y a Safira, para alcanzar a Olga —ella hizo una pausa por un momento y después preguntó—. ¿Recuerdas lo que dijo el apóstol Pablo de sí mismo y un hombre llamado Apolos? ¿Cuál de los dos merecía el crédito por alcanzar a la gente de Corinto?

Lea arrugó las cejas mientras pensaba.

—En realidad… ninguno de los dos —dijo al fin—. Los dos ayudaron, pero Dios es el que realmente merecía el crédito.

Mamá asintió.

—Sí, y lo mismo pasa con Olga. Tú y Safira, y quizá otras personas más, están ayudando a alcanzarla con las Buenas Nuevas de Jesús, pero es Dios el que está obrando en su corazón y en su vida. Él es el único que merece el crédito.

LENORA MCWHORTEN

TRABAJEMOS JUNTOS PARA COMPARTIR DE JESÚS

VERSÍCULO CLAVE: 1 CORINTIOS 3:6 (NTV)

YO [PABLO] PLANTÉ LA SEMILLA EN SUS CORAZONES, Y APOLOS LA REGÓ, PERO FUE DIOS QUIEN LA HIZO CRECER.

¿Te alegras cuando las personas con las que compartes de Jesús llegan a conocerlo como su Salvador, aun si responden a la invitación de otra persona para poner su confianza en Él? Es importante que trabajemos juntos con otros cristianos para ayudar a las personas a que conozcan de Jesús. No es una competencia y, ya que Dios es el único que puede cambiar los corazones de las personas, ninguno de nosotros puede darse el crédito. Cuando cualquier persona viene a Cristo, podemos regocijarnos juntos y dar gracias a Dios por hacer que crezcan las semillas que sembramos.

Clave de Hoy
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