Kenia ora
Kenia corrió a su habitación y cerró su puerta con delicadeza. Se puso de rodillas junto a su cama y comenzó a orar. Algo que la niña había aprendido de su abuela era cómo orar. La había visto orar muchas veces. Si alguien estaba enfermo, la abuela oraba. Si alguien estaba herido, la abuela oraba. Si alguien estaba triste, la abuela oraba. Si todo estaba muy bien, la abuela oraba.
Kenia amaba a Dios y sabía que Dios la amaba también. Ella sabía que Dios se interesaba por todo lo que estaba pasando en su vida.
—Amado Dios, gracias por amarme y por escucharme cuando oro. Estoy tan feliz porque puedo confiar en Ti. Mi abuela tiene una cirugía esta mañana. Por favor, cuídala y ayúdala para que su nueva rodilla funcione mejor. Te lo pido en el nombre de Jesús, ¡amén!
Kenia salió de su habitación y corrió a jugar al patio. Sabía que Dios había oído su oración y que estaba cuidando de su abuelita.
—Hija, tu abuela te llama al teléfono —le gritó su madre unas horas después.
La niña corrió donde estaba mamá y tomó su celular.
—Hola, abuelita. ¿Cómo te sientes? Esta mañana oré por ti.
—Pude sentir tus oraciones. Gracias por orar por mí. La cirugía salió muy bien y voy a poder salir del hospital pronto.
—¡Qué bien! Me muero por verte, abuelita. ¡Te amo!
—También te amo, hijita.
Esa noche, durante el devocional, Kenia y sus padres conversaron sobre la oración.
—¿No les parece genial que Dios quiera tener intimidad con nosotros? —preguntó papá—. Él es un Dios personal. Se preocupa por cada uno de nosotros individualmente. Él quería tener una relación con nosotros, así que envió a Jesús a morir por nosotros, para que pudiéramos tener vida eterna con Él. Podemos orarle al Señor en cualquier momento, y Él nos escuchará y nos mostrará cuán importantes somos para Él.
Kenia sonrió cuando su padre le pidió que orase.
—Amado Dios, gracias por amarnos tanto que quieres hablar con nosotros. Gracias porque te importa lo que nos preocupa y nos inquieta. Ayúdanos a fijar nuestros ojos en Ti, a escuchar y obedecer. Te lo pido en el nombre de Jesús, ¡amén!
—¡Amén! —dijeron mamá y papá al unísono.
LISA FULLER
DIOS TE ESCUCHA CUANDO ORAS
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 145:18
EL SEÑOR ESTÁ CERCA DE TODOS LOS QUE LO INVOCAN, DE TODOS LOS QUE LO INVOCAN EN VERDAD.
¿Tú oras? Orar es conversar con Dios. Puedes hablar con Él en cualquier momento y en cualquier lugar, sobre cualquier cosa que tengas en la mente. Puedes compartir con el Señor lo que te preocupa y darle gracias por las cosas buenas en tu vida. Dios quiere que tengas comunión con Él; desea que hables con Él y tengas la certeza de que te escucha. El Señor te ama y le importa todo lo que te preocupa. Dedica tiempo hoy para hablar con Dios y recuerda darle gracias por todo lo que Él ha hecho.
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