Hijos de Dios
Marisol dobló su pijama y lo puso en el primer cajón de una cómoda blanca. También había espacio para su ropa interior, sus calcetines y una fotografía de su mamá y su hermano. Sus jeans y un par de pantalones cortos iban en el cajón de abajo, y después colgó sus tres camisetas en el pequeño armario. Marisol puso en la cama el conejito de peluche que una voluntaria le había regalado, y después se sentó en el edredón de florecitas rosadas. Belén, su patrocinadora, golpeó a la puerta.
—¿Puedo entrar?
—Sí —contestó Marisol. Tenía que acordarse de no hablar en su idioma.
Belén se sentó junto a la niña.
—Las toallas, el champú y el jabón están en el baño. Si necesitas alguna otra cosa, avísame.
—Gracias —Marisol sonrió, pero por dentro quería llorar. Lo que necesitaba era a su mami y a Jorge, su hermano. En este país, era como una huérfana que vivía con personas que no conocía.
Varios meses atrás, la familia de Marisol decidió que estaría más segura en los Estados Unidos que en su país, donde pandillas de hombres y jóvenes atacaban y hacían daño a las personas. No podían pagar el viaje para los tres, así que enviaron a Marisol con personas extrañas. Desde que salió de su hogar, la niña se sentía sola y asustada.
Belén puso su mano en la de Marisol.
—No me imagino lo asustada que debes estar, pero recuerda que aquí tienes una familia.
Marisol entendía más de lo que podía hablar, pero estaba confundida.
—Mi familia… mi familia —trató de recordar las palabras correctas—. ¡No está aquí!
—Pero eres parte de otra familia —expresó Belén—. ¿No me dijiste que conoces a Jesús como tu Señor y Salvador?
La niña asintió. Su familia caminaba todos los domingos a la iglesia. Juntos daban gracias a Jesús por sus alimentos antes de comer, y cada noche Mami, Marisol y Jorge agradecían a Jesús por protegerlos.
Belén sonrió.
—Entonces eres hija de Dios y perteneces a su familia, ¡la iglesia! No estás sola.
Belén abrazó fuerte a la niña.
—¿En serio? —preguntó Marisol.
—Muy en serio —respondió Belén.
Marisol dibujó una pequeña sonrisa en su rostro. No dejaría de echar de menos a Mami y a Jorge, pero se sentía muy bien al saber que también tenía familia aquí.
BONNIE CARR
ERES UN HIJO DE DIOS
VERSÍCULO CLAVE: JUAN 1:12
PERO A TODOS LOS QUE LO RECIBIERON, LES DIO EL DERECHO DE LLEGAR A SER HIJOS DE DIOS, ES DECIR, A LOS QUE CREEN EN SU NOMBRE.
¿Eres un seguidor de Jesucristo? ¿Has confiado en Él para que te salve del pecado? Si es así, eres parte de la familia de Dios, que es la iglesia. Las familias se apoyan y se sostienen. No importa cuán lejos estés de tus padres, abuelos o hermanos, puedes encontrar una familia en la iglesia. ¡Eres un hijo o hija en la familia de Dios!
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