Bellas remolachas

“Briana”, llamó su mamá, “¿podrías, por favor, correr al sótano para traer los últimos dos frascos de remolachas encurtidas de la abuela?”

“Está bien”, respondió Briana.  Al poco tiempo regresó con dos frascos polvorientos de remolachas de un morado profundo.  “Me encanta el color de estas remolachas… ¡Es tan lindo!”  La niña puso un frasco en la mesa, limpió el polvo del otro y lo sostuvo en alto, contra la luz.  “Me gustaría tener un suéter de ese color”.

“Es un lindo color”, opinó la madre, mientras tomaba el frasco que estaba sobre la mesa.  “¡Oh, no!  El sello de la tapa de este frasco está roto.  Será mejor que no comamos estas remolachas… puede que se hayan echado a perder”.

“Pero se ven bien”, comentó Briana.

“Quizá se vean bien, pero cuando la tapa no está bien sellada, las bacterias pueden entrar.  Lo mejor será no arriesgarse.  Si las remolachas se echaron a perder, podríamos tener una intoxicación muy grave.  Nos comeremos solamente las del otro frasco”.

Mamá vertió el contenido del frasco con el sello roto en el tacho de basura.  “¿Sabes una cosa?  Estas remolachas me hacen pensar en nosotras”.

Briana se rio.  “¿Tú y yo somos como remolachas echadas a perder?”

“Me refería a las personas, en general”, explicó la madre.  “Pero eso nos incluye a nosotras.  Antes de que una persona conozca a Jesús, puede que se vea bien por fuera.  A lo mejor da la apariencia de tener éxito, de ser feliz y de tener belleza.  Pero todos tenemos el corazón intoxicado por el pecado, y no podemos sacarlo por nuestra cuenta”.

“Sí”, respondió Briana, pensativa.  “Esa es la razón por la que necesitamos de Jesús”.

Mamá asintió.  “Cuando confiamos en Jesús, Él se lleva nuestro pecado y nos da un nuevo corazón, como si pusiéramos nuevas remolachas en un frasco nuevo.  Luego nos sella con el Espíritu Santo, quien nos cambia y nos ayuda a andar en una nueva vida.  ¡Y ese sello jamás puede romperse!”

“Pero los cristianos siguen pecado, ¿verdad?”, preguntó Briana.

“Sí”, contestó la madre.  “Los cristianos todavía luchamos contra el pecado, pero ya no estamos bajo su control.  Debido a que tenemos un nuevo corazón, somos capaces de vivir bajo la dirección del Espíritu Santo para hacer lo correcto.  Y cuando pecamos, podemos confesarle a Jesús lo que hemos hecho y Él nos perdonará, Él se llevará el pecado… así cómo limpiaste el polvo del frasco de remolachas.  Y nuestro nuevo corazón jamás se echará a perder”. JOYCE R. LEE

JESÚS NOS DA UN NUEVO CORAZÓN

VERSÍCULO CLAVE: EZEQUIEL 36:26-27

LES DARÉ UN CORAZÓN NUEVO…  PONDRÉ DENTRO DE USTEDES MI ESPÍRITU Y HARÉ QUE ANDEN EN MIS ESTATUTOS, Y QUE CUMPLAN CUIDADOSAMENTE MIS ORDENANZAS.  

¿Te ha dado Jesús un nuevo corazón?  Tener talento, riquezas, buena apariencia, popularidad… ninguna de esas cosas cambia el hecho de que nuestros corazones están contaminados por el pecado.  Sin importar cuán buenos parezcamos, el pecado nos ha echado a perder a cada uno de nosotros y necesitamos desesperadamente que Jesús nos haga nuevos.  Si todavía no lo has hecho, pídele que se lleve tus pecados y te dé un nuevo corazón hoy mismo.  (Si no sabes cómo hacerlo, lee aquí sobre las Buenas Nuevas de Dios para ti).

Clave de Hoy
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