¡Tengo miedo!
El sonido de pisadas llenó el pasillo cuando Mauricio, el hermanito de cinco años de Marisa, salió corriendo a la puerta de la habitación de su hermana mayor.
—¡Marisa, tengo miedo!
—¿Qué sucede, hermanito? —preguntó la niña.
—Algo está golpeando mi ventana —exclamó Mauricio con una voz espantada—. ¿Puedes llamar a papá?
El padre de los niños estaba en la casa de los vecinos, ayudándolos a arreglar su lavabo.
—Déjame ver si puedo ver qué está chocando con tu ventana —dijo Marisa mientras salía de la cama y se dirigía hacia la habitación de Mauricio. Ella caminó a hurtadillas a la ventana; su hermanito la seguía de cerca. Cuando trató de mirar en la oscuridad de la noche, escuchó un fuerte golpe en la ventana. La niña salió corriendo, por poco atropellando a Mauricio, y salió gritando de la habitación.
Ambos corrieron al cuarto de Marisa y ella cerró la entrada con un portazo.
—Voy a llamar a papá —afirmó la hermana mayor. Después de llamar al teléfono celular de su padre, Mauricio se acurrucó en el piso, mientras esperaban que su papá regresara a la casa. Los dos niños dieron un brinco al oír que alguien tocaba la puerta de Marisa.
—No pasa nada, hijos. Solo soy yo ==dijo su padre al entrar en la puerta—. Encontré lo que está haciendo ese ruido en la ventana. Se rompió una rama en el árbol de afuera y el viento la está sacudiendo.
Marisa se sentó en su cama.
—Siento mucho haberte llamado, papá, ¡pero tenía tanto miedo!
—¡Yo también! —aseguró Mauricio mientras saltaba a los brazos de su padre.
—No, ustedes hicieron lo correcto al llamarme cuando tenían miedo —expresó papá—. Saben que siempre vendré a ayudarlos tan pronto como pueda. Y no olviden que hay alguien más a quien pueden acudir cuando tengan miedo.
Mauricio miró a su padre.
—¿A quién? —preguntó.
—Yo sé —declaró Marisa—. ¡A Dios!
Papá asintió.
—Siempre podemos acudir a nuestro Padre celestial cuando sentimos miedo, y Él nos ayudará, muchas veces enviando a papá o a mamá o a otro adulto para que les ayude, como lo hizo con ustedes esta noche. Debido a que confiamos en Jesús, somos hijos de Dios y Él promete que estará con nosotros y nos ayudará en las situaciones que nos causan temor.
Después que papá llevó a Mauricio de vuelta a su habitación, Marisa se acomodó en su cama. Antes de ir a dormir, hizo una oración, dando gracias a su Padre celestial porque podía acudir a Él cada vez que sintiera miedo. — MELISSA YEAGLE
ACUDE A DIOS CUANDO TENGAS MIEDO
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 56:3 (NBV)
CUANDO TENGA MIEDO, PONDRÉ MI CONFIANZA EN TI.
¿Sabías que puedes acudir a Dios cada vez que sientas miedo? Él siempre está contigo y te ayudará cuando afrontes cosas atemorizantes en la vida. Puedes acercarte a Dios en oración en cualquier momento. Confía en que Él te ayudará en los momentos difíciles y te dará sabiduría y fuerzas. La próxima vez que tengas miedo, recuerda que tu Padre celestial está a tu lado. Él te ama y promete que te ayudará en cualquier cosa que enfrentes.
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