Día de mercado para Maya

Maya y Marco corrían delante de su madre por el camino polvoriento, demasiado emocionados para contenerse.  Hoy era el día de mercado, y Maya y su hermano siempre disfrutaban de visitar los puestos que venían frutas y vegetales, huevos frescos y panes fragantes.  Pero ese viaje incluía algo especial: zapatos nuevos.

—¡Marco!  ¡Maya! —les gritó la madre.

Los niños acompañaron a su mamá hacia una mesa donde había varias cajas de zapatos apiladas.  Mientras la madre negociaba los precios con el vendedor, Marco y Maya buscaban sus tallas.

—¡Encontré los míos! —gritó Marco mientras unas gallinas cacareaban a poca distancia.

Finalmente, Maya encontró el par que quería.

—A mí me gustarían estos —anunció.  Mamá regateó con el dueño de la tienda y después pagó por los zapatos.

Al llegar a casa, Maya sacó los zapatos para probárselos, pero su felicidad se convirtió en confusión cuando se dio cuenta de que en la caja había dos zapatos izquierdos.  La niña le mostró la caja a su madre.

—¡Dos zapatos izquierdos, mamá!  Ahora tendré que esperar otra semana para tener zapatos nuevos, ¡y ni siquiera sé si el vendedor cambiará estos zapatos disparejos con un verdadero par! —además de estar frustrada, ahora Maya se sentía preocupada—.  ¿Y si gastamos todo ese dinero para ni siquiera tener zapatos, mamá?  ¿Cómo es que Dios permitió que sucediera esto?

La madre se acercó adonde estaba su hija.

—Es normal, cuando las cosas salen mal, que cuestionemos cómo Dios podría arreglarlas.  Pero sabemos que Dios es digno de confianza.  Es Su tarea mostrarnos cómo manejar la situación.  Y nosotras debemos hacer nuestra tarea.

Maya arrugó las cejas.

—¿Nuestra tarea?

—Confiar en Él.  No permitir que el temor o el enojo tomen el control, sino seguir confiando en Dios —contestó mamá.

—Aun si no podemos cambiar este par por los zapatos correctos, Dios todavía me ayudará a resolver este problema, ¿cierto? —preguntó Maya, pensativa.

—¡Sí! —aseguró su madre—.  Las circunstancias no siempre resultan como quisiéramos, pero Dios cuida de Sus hijos.

—Y yo soy hija de Dios, ¿verdad? —preguntó Maya—.  Porque confío en Jesús, quien pagó el precio por nuestros pecados.

Mamá asintió.

—Así es.  Confía en que Él te proveerá lo que necesitas.

Maya cerró la caja de zapatos y la guardó para que estuviera lista para el día de mercado de la semana siguiente.  —  ALLISON WILSON LEE

TOMA LA DECISIÓN DE CONFIAR EN DIOS

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 37:8 (NVI)

REFRENA TU ENOJO, ABANDONA LA IRA; NO TE IRRITES, PUES ESTO CONDUCE AL MAL.

Cuando afrontas decepciones, ¿sueles sentir enojo o temor?  Dios nos dice que confiemos en Él en toda circunstancia.  El Señor está con nosotros y nos ama, y Él tiene el control.  Cuando sientas la tentación de caer en el enojo o el temor en una situación difícil, detente a pensar en cómo Dios te ha mostrado Su cuidado en el pasado.  Después recuerda que Él promete que cuidará de ti y confía en que Dios te ayudará en la lucha que afrontas en este momento.

Clave de Hoy
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