¿Quién merece ayuda?
Nando lanzó su pelota de baloncesto al aro y observó cómo se deslizaba a través de la red.
—¿Estás listo para ir a servir la cena en el refugio para personas sin hogar, hijo? —le preguntó su padre al salir de la casa—. Tenemos que irnos pronto.
Cada tercer jueves del mes, el papá de Nando iba al refugio para ayudar a servir la comida y muchas veces el niño lo acompañaba.
—Decidí que ya no quiero ir más, papá —indicó Nando. El niño lanzó otra vez la pelota.
—Creí que te gustaba ayudar allá —expresó su padre, sorprendido—. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
—Bueno, Bruno Gutiérrez dice que es una pérdida de tiempo porque esas personas no merecen nuestra ayuda. Él dice que no serían pobres y tendrían un lugar para vivir si trabajaran y tomaran mejores decisiones.
—Ya veo —contestó papá; entonces hizo un movimiento rápido y se robó la pelota—. Veamos quién puede meter más canastas en los próximos cinco minutos —propuso su padre.
—¡Acepto el reto! —exclamó Nando.
Tomaron turnos para lanzar y el niño anotó más canastas que su papá.
—¡Has mejorado muchísimo! —observó el padre—. Tu entrenador ha sido muy amable al dedicar tanto tiempo para ayudarte este año.
—¡Sí! —respondió Nando—. No sabía qué estaba haciendo mal. Algunos chicos hasta querían sacarme del equipo, pero el entrenador no les hizo caso.
—¿No dejó que esos chicos decidieran si necesitabas ayuda o no? —preguntó papá.
—No —afirmó Nando—. Si hubiera sido así, seguiría… —el niño se quedó helado—. Oh —expresó al darse cuenta de a dónde quería llegar su padre.
—¿Sabes? Si solo recibieran ayuda quienes la merecen, ninguno de nosotros hubiera recibido el regalo de la salvación de Jesús —aseguró papá—. Éramos pecadores sin esperanza, pero Él decidió salvarnos al morir por nuestros pecados —el padre le lanzó la pelota a su hijo—. Estoy tan agradecido por lo que Jesús hizo por mí; por eso ayudo en el refugio para personas sin hogar, para compartir la esperanza que Él ofrece con quienes la necesitan.
—Creo que tienes razón, papá —admitió Nando—. No soy yo quien decide quién merece ayuda y quién no. ¿Me puedes esperar a que me cambie de camiseta, para ir contigo al refugio?
Papá sonrió.
—Claro que sí. — SANDRA L. ARDOIN
DEMUESTRA EL AMOR DE DIOS AL AYUDAR A OTROS
VERSÍCULO CLAVE: MATEO 25:40 (NVI)
EL REY LES RESPONDERÁ: “LES ASEGURO QUE TODO LO QUE HICIERON POR UNO DE MIS HERMANOS, AUN POR EL MÁS PEQUEÑO, LO HICIERON POR MÍ”.
¿Crees que las personas que pasan por situaciones difíciles en sus vidas merecen estar ahí? ¿Te parece que es su culpa? Recuerda que algunas personas quizá no tuvieron las mismas oportunidades y apoyo que tú has recibido en la vida. No los juzgues por eso. Si Jesús hubiera decidido ayudar solo a quienes lo merecían, ninguno de nosotros hubiese recibido Su perdón y la salvación. Ayuda a los necesitados porque Jesús te mostró Su amor y misericordia cuando no lo merecías.
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