Sin perder de vista el objetivo
Quique observaba mientras su tío ponía un hueso en las narices de Trixie. “¡No, Triexie! ¡No!”, ordenó el tío Esteban a la perrita. “¡Mírame a mí!” Trixie miró a su amo en directamente a los ojos y luego bajó la mirada y la puso en el hueso que deseaba tanto. “¡Trixie, no! ¡Mírame a mí!” La perrita levantó sus ojos y miró nuevamente a su amo, ignorando al hueso.
“¿Por qué Trixie tiene que mirarte a ti?”, preguntó Quique.
“Si ella me mira a mí, en lugar de ver al hueso, está más lista para obedecer”.
El tío Esteban hizo que Trixie se siente y se acueste, luego tomó el hueso y se lo dio a su mascota. “Trixie nos acaba de mostrar cómo debemos actuar cuando somos tentados a hacer algo malo”, dijo mientras acariciaba la cabeza de Trixie. “Si nos enfocamos en lo que sea que nos esté tentando, es más fácil ceder. Pero si mantenemos nuestros ojos fijos en el Maestro, en Jesús, estaremos más listos para obedecerlo”.
“¿Cómo podemos mantener nuestros ojos fijos en Jesús?”, preguntó Quique. “No podemos verlo”.
“Hace un par de semanas jugaste en un torneo de tenis”, señaló el tío Esteban. “Te esforzaste mucho para ponerte en forma. ¿Por qué lo hiciste?”
“Quería ganar el trofeo”, respondió Quique. “¡Y sí lo gané!”
“Entonces, ¿entiendes a qué me refiero si te digo que no pierdas de vista el objetivo?”, preguntó el tío Esteban.
“Sí”, contestó Quique. “No podía ver el trofeo, pero seguía pensando en él y en lo que tenía que hacer para ganarlo”.
El tío Esteban asintió con su cabeza. “Podemos hacer lo que Dios desea cuando fijamos nuestros ojos en el objetivo: ¡Jesús! Pero, a diferencia de tu torneo de tenis, Jesús ya ganó el trofeo por nosotros. Él nos salvó al morir por nuestro pecado y Él nos da la capacidad de hacer lo correcto. Esa es la razón por la que debemos mantener nuestros ojos fijos en Él. Cuando somos tentados a hacer algo que sabemos que está mal, debemos recordar que Él ya ganó la batalla en contra del pecado y que le pertenecemos a Él. Así es como resistimos a la tentación y le obedecemos, por gratitud por la recompensa que Él ya ganó para nosotros. Lo único que debemos hacer es fijar nuestra mirada en Él”. – CAROLINE E. YOST
FIJA TU MIRADA EN JESÚS
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 105:4
BUSQUEN AL SEÑOR Y SU FORTALEZA; BUSQUEN SU ROSTRO CONTINUAMENTE.
¿Están tus ojos fijos en Jesús? Cuando te sientas tentado a hacer algo malo, recuerda que Él ya ha ganado la batalla contra el pecado y te ha dado la recompensa de la vida eterna con Él. El pecado ya no te define, y Jesús te da el poder para obedecerle, en lugar de caer. Mantén tus ojos y tu corazón enfocados en Él, y confía en que Él te dará la fortaleza para luchar contra cualquier tentación.
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