Como cualquier otro
Diego se sentía nervioso cuando iba de camino a devolver los libros que el pastor Valerio le había prestado. “Nuestra familia no ha asistido a la iglesia últimamente, ¡pero ahora tengo que hablar con el pastor!”, pensó. “¿De qué voy a platicar con él? Ojalá no esté en su casa”.
Diego estacionó su bicicleta junto al garaje del pastor y lentamente caminó hacia la puerta. Tocó el timbre tímidamente. “Hola, Diego”, saludó el pastor Valerio, tomando los libros que el niño le entregó. “Mi esposa acaba de sacar del horno sus famosas galletas de chispas de chocolate. ¿Tienes hambre?” Diego jamás podría rechazar una galleta de chispas de chocolate, así que siguió al pastor a la casa.
Al saludar a la señora Valerio en la cocina, el niño oyó el sonido de un partido de fútbol en la televisión… el mismo que él estaba viendo en su casa. “Parece que ya terminó el partido”, observó el pastor Valerio.
“¿Usted ve el fútbol?”, preguntó Diego, sorprendido.
El pastor Valerio rio. “Claro. He sido hincha del fútbol desde que tenía tu edad”. Él tomó un pequeño balde. “Como el partido terminó, ¿quisieras salir al huerto conmigo? Voy a recoger frambuesas. ¿Qué te parece si vienes conmigo y recoges algunas para tu mamá?”
“Está bien”, acordó Diego. Y así fue como terminó en un huerto de frambuesas, platicando con el pastor Valerio sobre la escuela, fútbol y todo tipo de temas.
“No sabía que los pastores hacían… eh… cosas comunes y corrientes”, confesó Diego después que conversaran por largo rato.
El pastor sonrió. “Algunas personas creen que los pastores estudiamos y leemos la Biblia todo el tiempo”, explicó. “Estoy seguro de que sí estudiamos más que la mayoría de las personas, porque tenemos que enseñar la Palabra de Dios en la iglesia. Pero nosotros mismos debemos aprender todas esas lecciones también. En realidad, somos como cualquier otro. Jesús continúa trabajando en nuestras vidas y nos ayuda a conocerlo mejor, del mismo modo que lo hace con los demás cristianos”.
Diego asintió. Se quedó pensando mientras caminaba a su casa con una bolsa llena de frambuesas.
Al día siguiente, en la iglesia, el niño escuchó el sermón más atentamente que otras veces. Saber que al pastor Valerio le gustaba el fútbol, las galletas de chispas de chocolate y trabajar en el huerto hacía que fuera más fácil oír… y aprender. — LINDA M. WEDDLE
LOS PASTORES TAMBIÉN SON PERSONAS
VERSÍCULO CLAVE: 1 TIMOTEO 3:1 (NTV)
SI ALGUNO ASPIRA A OCUPAR EL CARGO DE ANCIANO EN LA IGLESIA, DESEA UNA POSICIÓN HONORABLE.
¿Te has preguntado qué hacen los pastores cuando no están predicando? Pregúntales. Te responderán con gusto. A pesar de que tienen una posición honorable al enseñar la Palabra de Dios, son personas comunes y corrientes que siguen experimentando la obra de Dios en sus vidas para crecer. Conoce mejor a tus pastores, si puedes, y ora por ellos. Pídele a Jesús que los use para compartir Su verdad y amor con los demás, incluyéndote a ti.
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