El acoso (Parte 1)
Cristina empujó su tazón de cereal. “Hija, ¿te sientes bien?”, preguntó su padre. “No has terminado tu desayuno toda la semana. En diez minutos te llevo a la escuela, así que debes comer rápido”.
Los ojos de Cristina se llenaron de lágrimas. “Papá, ¡no quiero ir a la escuela!”
“Corazón, cuéntame qué pasa”. El padre haló una silla para sentarse junto a su hija. “Has estado muy alterada con la idea de ir a la escuela últimamente. ¿Quieres contarme por qué?”
“¡Tengo miedo!” Las lágrimas caían por las mejillas de Cristina.
“Eres mi hija y prometo que siempre te escucharé y te ayudaré”.
Cristina respiró profundamente mientras temblaba. “¿Te acuerdas de Melania? Ahora me grita mucho. Ayer hice pareja con Eugenia durante la clase de educación física y, después que se terminó la clase, Melania me gritó y me dijo que solo podía hacer pareja con ella. ¡Luego me golpeó con mucha fuerza en el brazo y me dijo que, si se lo contaba a alguna persona, ella divulgaría todos mis secretos a todos en la clase!”
Papá abrazó a la niña. “¿Cuánto tiempo se mantenido esta situación?”
“Como un mes. Ninguno de los maestros se da cuenta porque ella solo me grita y me golpea cundo nadie más nos está mirando. Le tengo miedo, papá. ¡No sé qué hacer!”
“Hija, nunca está bien que otra persona te haga daño. Lo primero que debes hacer es contárselo a un adulto, y me alegra que hayas tenido la valentía para decirme. Hoy conversaré con tu maestra antes de clases. Hasta que los padres de Melania estén informados y los adultos lleguen a una solución, me voy a asegurar de que siempre haya una persona adulta observándote, todo el tiempo. Si Melania te hace sentir incómoda, está bien que le digas: ‘Disculpa, Melania, pero no me estás hablando en un tono amable’, y luego te vayas”.
Cristina asintió. “Lo intentaré, papá”.
“Oremos antes de irnos”, sugirió el padre, y ambos inclinaron sus cabezas. “Jesús, te pedimos Tu protección sobre Cristina. Oro para que ella sea lo suficientemente valiente para decirle a Melania que no cuando ella le haga daño. Danos a todos sabiduría para saber cómo podemos ayudar a las dos niñas en esta situación. Ayúdale a Cristina a recordar que no debe tener miedo porque tú estás siempre con ella. Amén”. — SAVANNAH COLEMAN
NO TENGAS MIEDO DE DECIR LA VERDAD
VERSÍCULO CLAVE: ISAÍAS 41:13
PORQUE YO SOY EL SEÑOR TU DIOS, QUE SOSTIENE TU DIESTRA, QUE TE DICE: “NO TEMAS, YO TE AYUDARÉ”.
¿Has sufrido acoso por parte de otro niño, o incluso de un adulto? Puede que tengas miedo de contarle a otra persona, pero si alguien te está haciendo daño con palabras o acciones, eso NO está bien. Eres un hijo, una hija de Dios; Él te ama y quiere que estés a salvo física y emocionalmente. Cuéntale a un adulto en quien confíes qué está pasando. Recuerda que Jesús siempre está contigo y confía en que Él te dará valentía y protección.
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