El efecto bumerán
“Mañana es mi turno para exponer”, comentó Natasha mientras ella y su hermano menor, Eric, limpiaban la mesa después de la cena. “Busqué en mi habitación, pero no tengo nada interesante qué llevar”.
“Tu colección de conchas marinas es bonita”, opinó mamá. “Están abajo, en un frasco que está encima del librero”.
“Iré a traerlas”, ofreció su padre, levantándose de su silla.
“Pero todos creerán que mis conchas marinas son aburridas después de la presentación de María”, aseguró Natasha. “¡Ella llevó un bumerán que trajo de su viaje a Australia!”
“¿Qué es un bumerán?”, preguntó Eric.
“Es una herramienta de cacería, que tiene una forma de V”, respondió Natasha. “Ahora se usa mayormente como un deporte. Puede girar y regresar a ti, después que lo lanzas”.
“¡Qué genial!”, exclamó Eric.
Natasha torció los ojos. “¡Eso fue lo que todos dijeron! María siempre tiene las cosas más geniales. ¡No es justo!”
Papá regresó con el frasco de conchas marinas. Lo abrió y esparció su delicado contenido sobre la mesa.
“¿Cómo pueden estas conchas competir con el bumerán de María?”, preguntó Natasha.
“¿Recuerdas cómo encontraste esta?”, preguntó Eric, tomando una concha marina aplanada, rosada y con forma de abanico. “La viste cuando estábamos tomando helados, enterrada en la arena”.
“¡Oh, sí!” Natasha tocó los bordes de la concha, sonriendo. “Ese día también atrapé mi primer pez”.
“¿Ves? Tus conchas marinas están atadas a maravillosos recuerdos”, señaló mamá.
“Claro. Tengo mucho qué contar. Supongo que sentir envidia por el bumerán de María es absurdo”.
“Me alegra que lo veas así”, declaró su padre. “La envidia funciona igual que el bumerán de María: regresa y te hace daño, en lugar de quedarse donde lo lanzaste”.
“Pero el perdón de Dios es también como un bumerán”, afirmó su madre. “Jesús siempre te perdonará, sin importar cuán lejos te hayan arrojado tus pecados. Puedes confesar tu pecado y acudir a Jesús para que Él te ayude a amar a otros y a hacer lo que es correcto. Puedes regresar a Él, del mismo modo que un bumerán regresa a su dueño”.
“Estuvo mal que me enojara”, admitió Natasha. “De hoy en adelante, recordaré el efecto bumerán cuando empieza a sentir envidia y acudiré a Jesús para pedirle que me ayude y me perdone”. — ELENA DEE
REGRESA A JESÚS
VERSÍCULO CLAVE: HECHOS 3:19
ARREPIÉNTANSE Y CONVIÉRTANSE, PARA QUE SUS PECADOS SEAN BORRADOS.
¿Hay veces en que sientes envidia de otros? ¿O hablas mal de ellos a sus espaldas? ¿O en su cara? Todos hacemos cosas malas y nuestras acciones pecaminosas pueden dañarnos y hacernos sentir que estamos lejos de Dios. Pero Jesús murió para salvarnos del pecado y Él siempre nos perdonará. Puedes apartarte del pecado y regresar a Jesús. Confiésale tu pecado y confía en que Él te perdona.
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