El desierto nocturno
Leticia abrió la puerta de malla de la casa en el rancho y empezó a caminar por el camino en el desierto. Iba a jugar con Rubí, su mejor amiga y vecina más cercana. “Lo mejor será que regreses a casa antes que anochezca o te encontrarás con arañas, serpientes y coyotes”, gritó su hermano, Pedro, a sus espaldas.
La niña hizo una mueca. “¡No regresaré después de que oscurezca!” Le encantaba el desierto con sus plantas espinosas, sus rocas brillantes y su arena caliente. Pero, en la noche, las brisas del desierto silbaban de forma escalofriante a través de los arbustos. Era fácil imaginarse que uno pudiera chocarse con las espinas de los cactus, tropezar con una serpiente de cascabel o sentir las patas peludas de una tarántula. Además, los coyotes merodeaban por las noches. Sus ojos brillaban con la luz de la luna y su caminar provocativo demostraban que no tenían buenas intenciones. Sabía que Dios siempre la cuidaba, pero el desierto nocturno la ponía nerviosa.
En el rancho de los castro, Leticia y Rubí se pusieron a gritar y chillar mientras jugaban en el patio. Luego entraron a la casa para jugar un juego que le habían dado a Rubí por su cumpleaños. Leticia se divirtió tanto jugando, que se olvidó de la hora. Cuando el papá de Rubí llegó del trabajo, Leticia se levantó de un brinco. “¡Tengo que regresar a mi casa!”, exclamó. “¡Ya está oscureciendo!”
El señor Castro sonrió. “A ver, Rubí y yo caminaremos contigo mientras su mamá prepara la cena”. Leticia asintió, aliviada, y rápidamente se pusieron en camino.
“Lo lograste”, notó Pedro cuando Leticia llegó a casa. Su hermano le sonrió. “Estoy seguro de que estuviste asustada todo el tiempo”.
Leticia negó con la cabeza. “No, no tenía nada de miedo. El señor Castro y Rubí caminaron conmigo”.
“¿Y? eso no cambió el desierto”, le dijo Pedro.
“No”, opinó su padre, que había oído la conversación, “pero tener a alguien contigo te ayuda a sentirte a salvo y sin miedo”. El padre sonrió a sus hijos. “Esa es una de las razones porque es bueno conocer a Jesús: Él siempre está con nosotros”.
Leticia asintió. “Me alegró mucho contar con Rubí y su papá en el camino, pero sé que Jesús también nos estaba cuidando. ¡Y qué bueno es saberlo!” — DELL S. KLEIN
DIOS ESTÁ CON SU PUEBLO
VERSÍCULO CLAVE: JOSUÉ 1:9
¡SÉ FUERTE Y VALIENTE! NO TEMAS NI TE ACOBARDES, PORQUE EL SEÑOR TU DIOS ESTARÁ CONTIGO DONDEQUIERA QUE VAYAS.
¿Tienes miedo cuando afrontas situaciones nuevas o que dan temor? ¿Tienes miedo de hacer cosas solo? Si eres cristiano, no haces las cosas por tu cuenta. Jesús siempre está contigo. Él no nos promete que no nos pasarán cosas atemorizantes o difíciles, pero sí nos promete que estará con nosotros. Jesús te ayudará a superar toda circunstancia. Confía en que Él cuidará de ti.
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