Árboles y fruto

“¡Este año hay muchas manzanas en tus árboles!”, comentó Dominico mientras caminaba junto a su tío por el huerto.  “Me muero por comer un pedazo de la tarta de manzana de la tía Susana.  ¡Es tan deliciosa con las enormes bolas de helado que siempre me da!”

El tío Miguel sonrió.  “Yo también quiero ya comer esa tarta de manzana”, indicó al momento que empezó a cosechar la fruta.  “Estoy muy agradecido por la buena cosecha de manzanas que tenemos este año.  El año pasado, el clima no fue tan favorable y la cosecha fue muy pequeña”.

“Lo recuerdo”, afirmó Dominico.  “No hubo suficiente lluvia, ¿verdad?”

El tío Miguel hizo un gesto negativo.  “No, estuvo muy seco.  Tampoco hubo mucha luz del sol.  Tuvimos un verano muy inusual: seco y frío”. 

Dominico y su tío llenaron sus canastas con manzanas.  “Mira, sobrino, esto es algo para pensar”, señaló el tío Miguel mientras regresaban a la casa.  “Así como los árboles absorben la luz del sol, tú necesitas de Aquel que es la Luz del mundo para producir fruto en tu vida”.

“No te entiendo, tío”, admitió Dominico con una expresión confusa.  “¿A qué te refieres?”

“Me refiero al Hijo de Dios, Jesucristo “, explicó el tío Miguel.

“Sé que necesitamos a Jesús para ser salvos e ir al cielo”, afirmó Dominico, “pero ¿qué tiene eso que ver con el fruto?”

“¿En tu clase de la iglesia no aprendiste un versículo en la Biblia que enumera el fruto del Espíritu?”, preguntó el tío Miguel.

“Oh, sí”, contestó Dominico.  “Hablaba del amor, paciencia, bondad… cosas así”.

“Bueno, esa es la clase de fruto que Jesús produce”, dijo el tío Miguel.  “No solo Lo necesitamos para ser salvos y tener vida eterna, sino que también Lo necesitamos para que crezca el fruto en nuestras vidas.  La gente puede creer que ama, que tiene bondad y que es buena.  Quizá estas se vean como fruto para ellos, pero no lo es.  Ante los ojos de Dios, no vale nada.  Sin Jesús, nadie puede producir ningún fruto”.

El aroma de la tarta de manzana llenó el aire de repente, porque ya estaban cerca de la casa.  “¿Lo hueles?”, preguntó Dominico, cerrando los ojos.  “¡Qué delicioso!”

“Claro que sí”, exclamó el tío Miguel.  “¡Huele muy bien!” —  CHARLES VANDERMEER

NECESITAS A JESÚS

VERSÍCULO CLAVE: TITO 3:5

ÉL NOS SALVÓ, NO POR LAS OBRAS DE JUSTICIA QUE NOSOTROS HUBIÉRAMOS HECHO, SINO CONFORME A SU MISERICORDIA.

¿Sientes que haces cosas muy buenas?  ¿Crees que el fruto del Espíritu está presente en tu vida?  El verdadero fruto de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio solo viene a través de conocer a Jesucristo, el Hijo de Dios.  No puedes hacer nada bueno por tu cuenta.  Necesitas a Jesús.  Confía en Él como tu Salvador hoy mismo. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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