Ropa o bondad
Sofía miró en su armario y suspiró. Empezaba la escuela al día siguiente, pero ¿qué podía ponerse? Sus ropas eran de la tienda de cosas usadas y nada era de las marcas que todos debían usar. No tenía vestidos lindos ni blusas a la moda.
“¿Por qué no puedo tener algo con estilo para usar el primer día de la escuela?”, se quejó sin una audiencia en particular. Sabía que su mamá, madre soltera de tres hijos, no tenía dinero extra para comprar ropa popular de marca. Pero, aun así, a Sofía no le gusta. Esa noche, la niña estaba sentada en el sillón, frunciendo el ceño al leer un libro, mientras su mamá trabajaba en un escritorio cercano.
“¿Por qué tienes la cara larga, hija?”, preguntó mamá. “¿Pasa algo?”
Sofía puso a un lado su libro con un suspiro. “Mañana me voy a ver tan ridícula. Ninguna de mis ropas está a la moda”.
“Creo que tu ropa está bien, Sofía. Te queda muy bien”.
“¡Pero no voy a ser aceptada en el grupo de los niños populares!”
“¿Jesús fue aceptado por el grupo de gente popular?”, preguntó su madre.
Sofía se detuvo y pestañeó. No se esperaba esa pregunta y tenía que pensar en la respuesta. “Supongo que no”, admitió finalmente.
“No fue aceptado, para nada. De hecho, todos los maestros de la ley, lo más cercano a los ‘niños populares’ en el tiempo de Jesús, lo odiaban tanto que conspiraron para matarlo”, le explicó mamá. “No les gustaba la forma en que Él trataba a las personas que, en la opinión de ellos, no merecían el amor de Dios. La gente notaba a Jesús por lo que hacía, no por su apariencia”.
“¿Y eso también se aplica a nosotros?”, preguntó Sofía.
“Sí”, contestó su madre. “Los apóstoles en la iglesia primitiva les dijeron a las mujeres cristianas que no se pusieran ropas y joyas caras para sobresalir y sentirse mejores que otras. Eran sus obras, no sus apariencias las que debían distinguirlas”.
Sofía sonrió. “Está bien, mamá. En lugar de preocuparme por mi ropa, le pediré a Jesús que me ayude a que otros me noten por mostrarles bondad”. — CHRISTIANA CUDWORTH
VÍSTETE DE BONDAD
VERSÍCULO CLAVE: 1 SAMUEL 16:7
DIOS NO VE COMO EL HOMBRE VE, PUES EL HOMBRE MIRA LA APARIENCIA EXTERIOR, PERO EL SEÑOR MIRA EL CORAZÓN.
¿Te gusta seguir el último estilo de la moda? ¿Te sientes excluido si otras personas usan ropa de marca y tú no? Aunque no está mal que quieras verte bien, recuerda que Jesús no sobresalió por su apariencia, sino por la forma en que mostró amor y bondad a todos. Confía en que Él te ayudará a que otros se fijen en ti por quien tú eres, no por la ropa que te pongas.
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