Padre bueno
Natalia se quitó la mochila con un suspiro y tomó una galleta calientita de chispas de chocolate del plato que estaba frente a ella.
“¿Cómo te fue en tu pijamada en casa de Teresa?”, preguntó mamá, sacándose las agarraderas para cosas calientes.
“Me fue muy bien”, balbuceó Natalia con la boca llena.
“Entonces, ¿por qué la cara larga?” La madre se sentó en el taburete, junto a su hija.
Natalia suspiró. “Mamá, me fue demasiado bien. La familia de Teresa es tan… bueno… perfecta. Especialmente su papá. Él jugó un juego de mesa con nosotros e incluso nos hizo panqueques en la mañana. No es justo. ¿Por qué ella tiene un papá que la ama y cuida de ella, y yo no?” Las lágrimas se amontonaron en los ojos de Natalia, amenazando con derramarse.
Su madre puso el brazo alrededor de la niña y la apretó cariñosamente. “Oh, Naty, lo siento mucho. Por supuesto que mereces tener un padre aquí en la tierra que te ame y te cuide. La gente en la tierra siempre nos va a decepcionar, pero ¿sabes? Tienes un Padre en el cielo que te ama del mismo modo que el papá de Teresa la ama a ella, e incluso más.
Natalia sollozó. “¿Me puedes recordar cómo Dios me ama, como Padre?”
Mamá tomó su Biblia desgastada que estaba en el mesón y la abrió. “Salmo 68:5: ‘Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en Su santa morada’. 1 Juan 3:1: ‘Miren cuán gran amor nos ha otorgado el Padre: que seamos llamados hijos de Dios’”. La madre miró los ojos llenos de lágrimas de su hija. “Oh, mi chiquita, yo sé que es difícil no tener un padre aquí en la tierra que esté involucrado en tu vida. Pero nunca olvides que Dios es el mejor Padre que puedas tener. Él sacrificó a Su propio Hijo para que puedas se Su hija, y jamás te dejará ni te abandonará”.
Natalia se secó las lágrimas de las mejillas. “Gracias, mamá. Sé que tampoco es fácil para ti. Qué bueno que tenemos a Jesús y nos podemos apoyar en Él. ¡No sé qué haríamos sin Él!”
“Probablemente estaríamos nadando una tina llena de leche y galletas”, bromeó su madre.
“¡Qué rico!” Natalia rio y dio otro mordisco a su galleta. “¡Creo que esa es una de las ideas más deliciosas que he oído!” – SAVANNAH COLEMAN
DIOS ES NUESTRO BUEN PADRE CELESTIAL
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 10:17-18
OH SEÑOR, TÚ HAS OÍDO EL DESEO DE LOS HUMILDES; TÚ FORTALECERÁS SU CORAZÓN E INCLINARÁS TU OÍDO. PARA HACER JUSTICIA AL HUÉRFANO Y AL AFLIGIDO.
¿Luchas con el dolor de no tener un padre o una madre que te cuide o que se involucre en tu vida? En esta vida, las personas nos defraudan. Jesús dijo que en este mundo vamos a tener tribulación (Juan 16:33). Pero podemos recordar que, debido al sacrificio de Jesús, Dios siempre está con nosotros como nuestro Padre celestial. A Él le encanta escucharnos y nos anima, como debería hacer un buen padre terrenal.
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