Príncipes y princesas
Anahí se acurrucó en el sillón con su nuevo libro. “Ya casi termino de leer este”, le contó a su hermano. “¡Se trata de una princesa que no sabía que era princesa!”
“¿Cómo puede ser eso posible?”, preguntó Aarón. “Si yo fuera príncipe, estoy seguro de que sí lo sabría”.
“Es que la secuestraron cuando era bebé”, explicó Anahí, “pero incluso después de que su familia la encontró, no actuaba como una princesa. Sus padres querían que ella viviera en su enorme palacio, pero ella quería quedarse con las personas que conocía, así que siguió viviendo en una vieja cabaña. El rey y la reina le trajeron hermosos vestidos nuevos, pero ella no los usaba. Seguía usando sus viejos vestidos, que eran viejos y andrajosos”.
“Qué libro tan interesante”, comentó su madre. “¿Sabías que nosotros también actuamos así, a veces?
“Yo no uso ropas andrajosas”, señaló Anahí. “Además, no soy una princesa”.
“En realidad, de cierto modo, sí lo eres”, respondió mamá. “Y Aarón es un príncipe”. Anahí rio. “¿Y papá es un rey y tú eres una reina?”
La madre dijo que no con la cabeza. “No, yo también soy una princesa y papá es un príncipe. Porque confiamos en Jesús, hemos sido adoptados en la familia de Dios. Somos Sus hijos, y Él es un rey. No es cualquier rey, ¡es el Rey de reyes!”
“¡Oh, sí!”, exclamó Anahí. “Yo lo sabía”.
“Como hijos de Dios, somos Sus herederos”, continuó mamá. “Jesús comparte Sus bendiciones con nosotros y nos promete vida eterna con Él. Pero, en ocasiones, nos olvidamos abrazar la nueva vida que Él nos ha dado. Actuamos como si no supiéramos que somos hijos del Rey y volvemos a nuestros viejos pecados”.
“Bueno, ¿cómo se supone que debería vivir un príncipe… o una princesa?”, preguntó Aarón.
“Con Jesús en el centro de nuestras vidas”, respondió su madre. “Pero no podemos hacerlo por nuestra cuenta. El Espíritu Santo nos hace crecer y nos hace más como Jesús. Él nos da unas características que se conocen como fruto del Espíritu. Mientras Su fruto crece en nuestras vidas, actuamos más como los príncipes y princesas que somos”.
“Me alegra que Él nos ayude a vivir nuestras nuevas vidas y a actuar más como Jesús”, indicó Anahí. “¡No quiero volver a una cabaña cuando puedo vivir en el palacio del Rey de reyes!” – TANYA FERDINANDUSZ
VIVE COMO UN HIJO O HIJA DEL REY
VERSÍCULO CLAVE: GÁLATAS 5:25
SI VIVIMOS POR EL ESPÍRITU, ANDEMOS TAMBIÉN POR EL ESPÍRITU.
¿Sabías que, si confías en Jesús, eres hijo o hija del Rey de reyes? ¿Eso es lo que refleja tu vida? ¿O sigues tratando de volver a tus viejos hábitos pecaminosos que ya no encajan con tu nueva identidad? Suelta tus viejas ropas andrajosas y abraza la nueva vida que tienes en Jesús. Confía en que Él hará crecer el fruto de Su Espíritu en tu vida y te hará ser más como Él.
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