Una masa nueva

“Estos panes se ven tan chiquitos”, comentó Joana mientras su madre ponía la masa del pan en bandejas para el horno.  “¿No crees que deberías poner más en las bandejas?”

Su madre negó con la cabeza.  “En la pasa del pan hay levadura.  Eso hará que crezca”.  La madre puso los panes a un lado.  “Tenemos que regresar por ellos en una hora o dos”.

La amiga de Joana, Antonella, vino a visitarla un poco después y las niñas decidieron vestirse con algunos vestidos viejos de mamá y con tacones altos.  Mientras Joana se balanceaba por el pasillo, vio un pequeño frasco de perfume en la cómoda de su mamá.  “Deberíamos ponernos un poco de perfume”, pensó.  “Solo un poquitito”.  Se supone que la niña no debía tocar las cosas de su mamá, pero se quitó los zapatos y entró de puntillas a la habitación.  Se puso un poquito de perfume en las muñecas y luego le dio un poquito a Antonella.

“Ven a ver cómo están ahora los panes, Joana”, dijo su mamá después que Antonella regresó a su casa.  “Están listos para el horno”.  Joana fue a la cocina y vio que los panes habían crecido y eran más altos que el borde de las bandejas.

Mamá olfateó algo.  “¿Qué es ese olor?  ¿Te pusiste mi perfume?”

“Eh… no”, tartamudeó la niña.

En ese momento, su hermanita Herminia entró a la cocina.  “¡Huelo rico!”, afirmó sosteniendo una botella medio vacía, ¡y definitivamente olía bien!  La pequeña se puso a llorar mientras su mamá la regañaba por usar el perfume.  “Joana también se lo puso, así que creí que yo también podía hacerlo”.

La madre miró a Joana.  “Bueno, fue solo un poquito”, admitió la niña, ruborizándose. 

Mamá señaló los panes.  “La pequeña cantidad de levadura en la masa del pan hizo que los panes se hicieran grandes.  El pecado se parece mucho a la levadura.  Tu pecado de desobediencia te pareció pequeño, pero mira lo que pasó.  Luego tuviste que mentir.  También se extendió a tu hermana menor, que te estaba mirando y siguió tu ejemplo”.

Joana bajó la cabeza.  “Lo siento”.

“La Biblia nos dice que tenemos que deshacernos de la levadura, es decir, del pecado en nuestras vidas, para que nuestras acciones reflejen lo que somos en verdad: una nueva masa”, explicó la madre.  “Cuando pusiste tu confianza en Jesús, Él quitó tu pecado y te dio un nuevo corazón.  Confiésale tus pecados y Él te perdonará.  ¡Y luego actúa con la nueva masa que eres en realidad!”  HAZEL MARETT

NO HAY PECADOS PEQUEÑOS

VERSÍCULO CLAVE: 1 CORINTIOS 5:7

LIMPIEN LA LEVADURA VIEJA PARA QUE SEAN MASA NUEVA, ASÍ COMO LO SON EN REALIDAD SIN LEVADURA.

¿Crees que los pecados pequeños no importan tanto?  Pues sí.  Como un poquito de levadura puede hacer que toda la masa crezca, el pecado hincha cada parte de nuestras vidas.  Esa es la razón por la que Jesús murió para salvarnos, para que seamos libres del pecado y vivamos para Él.  Por eso, no permitas que ningún pecado, grande o pequeño, se haga parte de tu vida.  Confiésalo a Jesús para que puedas vivir como una masa nueva.

Clave de Hoy
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