Solo da gracias
Estela caminó fatigosamente, en silencio, desde la parada del autobús hasta su casa. Después de tres semanas de vivir con su abuela Ruth, la niña todavía no había hecho nuevos amigos en su nuevo autobús. La abuela le seguía recordando que toma tiempo hacer amistades.
—¡Ya llegué, abuelita Ruth! —gritó Estela al abrir la puerta de su apartamento.
—¡Tengo que mostrarte algo, corazón!
Estela colgó su mochila en un gancho y abrazó a su abuela.
—¿Qué quieres que vea? —preguntó Estela.
—¡Ven acá! —la abuela Ruth guio a su nieta a una pequeña habitación que habían convertido en una alcoba para ella. En la cama, Estela vio una sorpresa. Su muñeca más amada, Claudia, estaba acostada entre las almohadas con un nuevo atuendo: un overol morado de pana y una camiseta rosada, que combinaba perfectamente con el cabello marrón de la muñeca.
Estela dio un grito de emoción.
—¡Oh, abuelita Ruth! ¡Son mis colores favoritos! —la niña corrió a la cama y acurrucó a Claudia en sus brazos.
La abuela se sentó junto a su nieta.
—Me alegra que te guste, corazón. Esos pantalones te quedaron chicos hace mucho tiempo. Ya te compraremos nueva ropa que te quede mejor. ¡Pero esos pantalones fueron perfectos para hacerle nueva ropa a Claudia! La confeccioné hoy con mi máquina de coser.
—Gracias, abuelita Ruth —Estela bajó la mirada y su sonrisa se desvaneció.
—¿Qué pasa, corazón?
—Me dejaste venir a vivir contigo y cosiste ropa nueva para mi muñeca. Yo no tengo nada para ti. Lo único que puedo hacer es darte las gracias.
La abuela Ruth abrazó a la niña.
—Eso es todo lo que debes hacer. Te amo y estoy feliz de que seas mi nieta. También eres hija de Dios, Estela. Cuando pusiste tu fe en Jesús como tu Salvador el verano pasado, Dios perdonó tus pecados y te hizo parte de Su familia. Y así como yo estoy feliz de ser tu abuela, Dios está feliz de ser tu Padre.
—¿De verdad?
—Sí, corazón. Él nos bendice porque así lo desea, y no tenemos que pagarle por hacerlo. De hecho, nunca podríamos pagarle a Dios por todo lo que hace por nosotros.
—Entonces, ¿solo tengo que darle gracias a Dios? —preguntó Estela.
—¡Así es! Podemos expresar nuestra gratitud al darle gracias y alabar al Señor por todo lo que ha hecho por nosotros.
Estela sonrió.
—¡Entonces demos gracias a Dios ahora mismo!
ALLISON WILSON LEE
A DIOS LE ENCANTAN LOS CORAZONES AGRADECIDOS
VERSÍCULO CLAVE: 1 CRÓNICAS 16:34
DEN GRACIAS AL SEÑOR, PORQUE ÉL ES BUENO; PORQUE PARA SIEMPRE ES SU MISERICORDIA.
¿Qué haces cuando dar las gracias por un regalo maravilloso no parece ser suficiente? Quizá pensamos que debemos darle un presente al dador de ese regalo para retribuirle. Pero con Dios, podemos confiar en que Él comparte Sus bendiciones con nosotros porque quiere ser bueno con Sus hijos. ¡Y la mejor forma en la que podemos responder es simplemente dándole las gracias!
Leave a Reply
Want to join the discussion?Feel free to contribute!