“Nunca” es mucho tiempo

Adela entró enojada a la casa.  “¡Edith me hace enojar tanto!  Tomó prestado mi suéter sin pedírmelo y le dejó una mancha enorme.  Siempre hace cosas así.  ¡Ya me harté!  ¡Le dije que nunca más le volveré a hablar!”

Mamá frunció el ceño.  “Entiendo por qué estás molesta, pero ‘nunca’ es mucho tiempo”.

“No me importa cuánto tiempo sea”, estalló Adela.  “No es suficiente”.

“Jesús quiere que perdones”, le recordó su madre gentilmente, pero la niña se dio vuelta y corrió por el pasillo hacia su habitación.

Unas horas más tarde, Adela y su madre fueron a visitar a la tía de su mamá en el hogar de ancianos.  Cuando llegaron a la habitación de la tía Margarita, la mente de Adela seguía rumiando pensamientos de ira contra Edith.

“¿Qué pasa, tía Margarita?”  La exclamación de asombro de su madre trajo a Adela de vuelta a la realidad.  Mamá se arrodilló junto a la silla de ruedas de la anciana.

Lágrimas corrían por las mejillas de la tía Margarita.  “Oh, Teresa”, sollozó.  “¡Es demasiado tarde!”

“¿Demasiado tarde para qué?”, preguntó la madre.

“Para pedir perdón”, dijo la tía Margarita con voz temblorosa.  “Sara y yo no habíamos hablado por veinte años, y ahora se ha ido”.

En el automóvil, de regreso a casa, Adela se dirigió a su madre.  “Entonces, ¿Sara era la mejor amiga de la tía Margarita por la mayor parte de su vida, pero tuvieron una discusión y no habían hablado por veinte años?”

Mamá asintió con tristeza. “Y hoy se enteró de que Sara falleció.  Es tan triste.  Mi tía Margarita ni siquiera se acuerda de por qué se pelearon.  Las dos eran demasiado orgullosas y tercas como para pedir perdón, así que el muro entre ambas creció y creció”.  La madre miró a su hija.  “Un día, la tía Margarita le dijo a Sara que nunca volvería a hablar con ella.  Realmente no se daba cuenta de lo que estaba diciendo”.

Adela tragó en seco.  “’Nunca’ es mucho tiempo, ¿verdad?”

“Sin duda”, afirmó mamá.  “Esa es la razón por la que tenemos que perdonar a otros como Jesús nos ha perdonado a nosotros.  Él pudo haber permitido que nuestros pecados nos mantuvieran alejados de Él, pero Jesús derribó los muros al morir en la cruz.  En lugar de permitir que crezca un muro entre nosotros, tenemos que derribarlo al perdonarnos unos a otros”.

Adela asintió.  “Llamaré a Edith cuando lleguemos a la casa”.  —  BARBARA J. WESTBERG

PERDONA A LOS DEMÁS

VERSÍCULO CLAVE: COLOSENSES 3:13 (NVI)

PERDONEN SI ALGUNO TIENE QUEJA CONTRA OTRO. ASÍ COMO EL SEÑOR LOS PERDONÓ.

¿Tal vez una persona hizo algo que te hizo enojar?  ¡Tienes que perdonar!  No esperes.  Aun si tienes una buena razón para tu enojo, no permitas que crezca un muro entre tú y esa persona.  Jesús murió para que podamos recibir el perdón por nuestros pecados y Él quiere que vivamos en paz con los demás.  Haz todo lo que esté a tu alcance para que eso suceda.

Clave de Hoy
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