¡No cuesta nada!
—Tengo tanta hambre —expresó Claudio mientras su padre entraba con el coche en el carril para el servicio al auto. Habían pasado la mañana limpiando el jardín de su vecino de la tercera edad y ahora papá iba a recompensar a su hijo con su comida favorita de hamburguesa con papas fritas.
—Son $18.54 que debe pagar en la segunda ventana —le dijo el cajero al padre después de realizar su orden.
Claudio vio que su papá hizo un gesto de dolor. «Es mucho dinero», pensó el niño. A pesar de que él y su padre habían trabajado muy duro y se habían ganado su comida rica, Claudio sabía que estaban cortos de dinero.
Pero cuando papá avanzó a la segunda ventana y le entregó a la cajera un billete de veinte dólares, ella no lo recibió.
—A usted no le cuesta nada —dijo con una sonrisa—. El hombre del automóvil delante del suyo pagó su cuenta.
El padre se quedó boquiabierto.
—¡Qué maravilla! —exclamó antes de aceptar la comida y dar las gracias. Después condujeron hacia un parque cercano para sentarse a comer.
Mientras comían, Claudio preguntó:
—Papá, no lo entiendo. ¿Quién pagó por nuestro almuerzo?
—No lo sé. Se fue muy rápido. Había oído que hay gente que hace eso, pero nunca me había pasado antes. Lo llaman «cadena de favores».
—¿Qué es una cadena de favores? —preguntó Claudio.
—A veces una persona se siente bendecida y quiere compartirlo con otros, entonces paga por la comida o el café de algún extraño o hace alguna otra obra bondadosa. Después, la persona que recibió la bendición hará un favor a otra persona.
—Guau, no puedo creer que alguien haga cosas así por gente extraña —opinó Claudio.
Los dos comieron en silencio por unos minutos, entonces papá dijo:
—¿Sabes, hijo? Hace rato te dije que nunca habían pagado así mi cuenta, pero alguien ya lo hizo. Alguien muy importante pagó por mí y Su gran regalo cambió mi vida y la tuya para siempre.
Claudio se quedó pensando y después preguntó:
—¿Estás hablando de Jesús?
—Exactamente. No lo conocíamos, así que éramos extraños para Él. Pero Jesús se hizo humano y entregó Su vida por nosotros, para que todos los que confían en Él puedan tener sus pecados perdonados y recibir el regalo gratuito de la salvación, ¡y no cuesta nada! Eso, en realidad, es bendecir la vida de otros.
Claudio sonrió.
—Y nosotros seguimos con la cadena de favores al amar a las personas como Jesús y al compartir lo que Él hizo por ellos. Qué genial.
—Es fenomenal —afirmó papá—. ¿Me das esos cinco?
—¡Toma esos cinco!
TERESA AMBORD
JESÚS PAGÓ NUESTRA CUENTA
VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 5:8 (NIV)
PERO DIOS DEMUESTRA SU AMOR POR NOSOTROS EN ESTO: EN QUE CUANDO TODAVÍA ÉRAMOS PECADORES, CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS.
¿Alguna vez has regalado algo que te gustaba mucho para beneficiar a otra persona? ¿O haz hecho alguna obra bondadosa por un extraño? Se siente bien ayudar, aun si lo haces en secreto, pero eso no significa que sea fácil. Imagínate lo grande que fue el sacrificio de Jesús cuando dejó el cielo para vivir como un hombre, sufrir y morir por nuestros pecados. Esa sí que es la mejor manera de iniciar una cadena de favores. ¿Cómo puedes compartir la bendición de conocer a Jesús con los demás?
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