Ninguna ola es demasiado grande

Cristian corrió al agua.  Las olas refrescaron el calor de su cuerpo y relajaron su mente preocupada.  Como se sintió tan bien y las olas lo calmaron, el niño nadó hacia aguas más profundas.

—Quisiera poder quedarme aquí para siempre, sin pensar en nada —murmuró para sí mismo.

Pero Cristian tenía mucho en qué pensar.  Le habían encontrado un tumor en su pierna izquierda y en pocos días ingresaría a un hospital, donde un especialista le realizaría una cirugía.  Todavía no sabían si el tumor podría ser removido fácilmente o si tendrían que cortar la pierna del niño.  Su mente estaba llena de preguntas.  «¿Cómo saldrá la operación?  ¿Qué tal si pierdo mi pierna?  ¿Podré volver a jugar a la pelota y correr otra vez en el equipo de atletismo?»

El ruido de los gritos de la pequeña Josefa interrumpió los pensamientos de Cristian.

—Papi, ¡no puedo nadar aquí! —gritó—.   ¡Las olas son demasiado grandes!  No me gusta el mar.  ¡Me da miedo!

—Mira, hija —indicó su padre—.  Las olas no son tan fuertes para mí.  ¿Viste?  Ni siquiera me mueven un poquito.  A ver, toma mi mano y nadaremos juntos.  Estarás a salvo conmigo.

Josefa se veía indecisa al principio, pero Cristian sabía cuánto le encantaba el agua a su hermanita y quería meterse al mar.  La niña miró a su papá y entonces permitió que él tomara su manita con su mano grande.  En pocos minutos, ella disfrutaba del agua que salpicaba a su alrededor.

—¿Nadaste mucho? —le preguntó más tarde Cristian a Josefa, mientras armaban juntos un castillo de arena.

La niña asintió.

—Al principio el agua me daba mucho miedo pero cuando mi papi sostuvo mi mano, ya no tuve miedo.  Él es fuerte y sabía que no me iba a soltar.

Cristian sonrió.  La pequeña Josefa acababa de enseñarle una lección.  «Si ella puede confiar en papá con estas grandes olas, yo puedo confiar en Dios.  Él es mi Padre celestial», pensó.  «Sé que se vienen días muy difíciles, pero Dios me ayudará a vivirlos.  Él dijo que siempre estará conmigo, porque confío en Jesús y creo en Él».  Eso era todo lo que Cristian necesitaba saber para tener paz.  —   JAN L. HANSEN

DIOS TE DA PAZ

VERSÍCULO CLAVE: ISAÍAS 26:3 (NTV)

¡TÚ GUARDARÁS EN PERFECTA PAZ A TODOS LOS QUE CONFÍAN EN TI, A TODOS LOS QUE CONCENTRAN EN TI SUS PENSAMIENTOS!!

¿Estás afrontando olas grandes, es decir, un tiempo difícil en tu vida?  En lugar de pensar en todas las cosas que pueden salir mal, piensa en Jesús y en cuánto Él te ama.  Platica con Él en oración y cuéntale sobre tus problemas y preocupaciones.  Pídele que te dé sabiduría, fuerzas y valentía.  Confía en que tu Padre celestial te mantendrá a salvo en medio de las dificultades y te dará paz.

Clave de Hoy
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