Nada qué temer

Más de una decena de niños hacía fil para esperar su turno en el trampolín de la piscina.  El estómago de Guille se revolvió.  Se salió rápidamente de la fila y fue donde su padre, que estaba esperando en el borde de la piscina.  “No puedo saltar, papá.  Tengo miedo”.

Papá respiró profundamente y sonrió.  “Guille, has tomado clases de natación por varias semanas.  Está bien que tengas miedo, pero tratemos de ir más allá, para que puedas avanzar”.

Guille bajó la mirada.  “Tal vez debería renunciar a la natación”.

Su padre negó con la cabeza.  “Sé que estás frustrado, Guille, pero esa no es una buena razón para tirar la toalla”.

Un salpicón de agua golpeó la espalda del niño, lo que le hizo mirar sobre su hombro.  “¡Mira, papá!  Hasta Pepito se clavó en la piscina.  ¡Quiero irme a mi casa!”

El padre se sentó y golpeó levemente la banca, junto a él.  “En primer lugar, permíteme decirte algo que mi padre me decía cuando yo estaba en clases de natación”.

“¿Tú tomaste clases de natación?”, preguntó Guille.

Papá asintió.  “Sí, y mi padre me recordó que Jesús no solo está con nosotros en la iglesia.  Él está con nosotros en todos lados.  En lugar de tener miedo cuando enfrentamos obstáculos, podemos confiar en que Él nos dará fuerzas.  Debido a que Él murió y resucitó para salvarnos, ya no tenemos nada qué tener.  Eso no significa que no debamos tomar decisiones sabias y con cuidado, como saltar o no del trampolín, pero no debemos huir de algo solo porque tenemos miedo.  Como hijos de Dios, podemos depender de Él para que nos ayude a superar el miedo y afrontar cualquier obstáculo que encontremos”.

“Nunca lo había pensado así”, admitió Guille.

El sol empezó a caer con fuerza sobre ellos.  Guille tomó la toalla de la silla y se cubrió la cabeza con ella.  Papá observó cómo los otros niños se divertían.

Unos minutos después, Guille brincó de su asiento.  “Ya descansé.  ¿Puedo volver al agua?”

“Claro que sí”.  Papá se levantó.  “Me sentaré en el borde de la piscina contigo”.

Guille dijo que no con la cabeza.  “Está bien.  Estoy listo para confiar en que Dios me ayudará a cumplir lo que tengo que hacer”.

Mientras su padre se sentaba otra vez, Guille gritó.  “¡Trampolín, allá voy!”  —  LINDA RAY CENTER

CONFÍA EN QUE DIOS TE DARÁ FUERZAS

VERSÍCULO CLAVE: 2 TIMOTEO 1:7

PORQUE NO NOS HA DADO DIOS ESPÍRITU DE COBARDÍA, SINO DE PODER, DE AMOR Y DE DOMINIO PROPIO.

Cuando afrontas una situación que te asusta o desafía, ¿confías en Dios para que te dé fuerzas?  ¿O la evitas?  Jesús te ama y no quiere que vivas con miedo.  Él siempre está contigo y te dará la fuerza que necesitas para afrontar los desafíos de la vida.  En lugar de rendirte cuando afrontes dificultades, confía en que Jesús te ayudará a vencer tus temores.

Clave de Hoy
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