Muchos idiomas

El sol calentaba tanto que Keisha pensó que se iba a derretir como el chocolate que había dejado ayer en su jeep.

—¿Cuánto nos falta para llegar al mercado? —le preguntó a Fatmata.

—¡No está lejos! —contestó su nueva amiga.

Keisha había conocido a Fatmata esa mañana, durante el primer día en su nueva escuela. El padre de Keisha había aceptado un trabajo como enfermero en el hospital de Mattru Jong, una ciudad de Sierra Leona, en África Occidental. La familia se había mudado a Mattru desde Nueva York la semana anterior. La niña no había tenido tiempo para explorar, así que Fatmata le ofreció mostrarle el lugar.

Cuando llegaron al mercado, Keisha estaba asombrada. Las mujeres usaban telas coloridas en sus cabezas y caderas, mientras vendían pimientos, yuca, bolas de pasta de maní, arroz, pescado seco, mangos y papayas. Los alimentos descansaban en tazones en mesas de madera o en tela extendida sobre la tierra. No se parecía en nada a las tiendas de alimentos en su país.

—¿Qué idioma están hablando? —preguntó Keisha.

—En su mayoría, krio, el idioma criollo sierraleonés —explicó Fatmata—. Es nuestro idioma para hacer negocios. Algunos hablan mendé, el idioma tribal de Mattru. En la escuela nos enseñan en inglés, así que la mayoría de nosotros hablamos los tres idiomas.

—¡Quisiera saber tres idiomas! —expresó Keisha.

Cuando la niña llegó a casa, su familia se sentó a cenar un guiso de maní con arroz. Todavía se estaba acostumbrando al picante, ¡pero estaba delicioso!

—Papá, ¿por qué hay tantos idiomas? —preguntó Keisha.

Su padre dejó en el plato su cuchara con la comida.

—La Biblia nos dice que las personas solían hablar un solo idioma. Tristemente, solo les importaba engrandecerse a sí mismos, en lugar de confiar y obedecer a Dios. Incluso creyeron que podrían construir una torre para alcanzar el cielo por su cuenta, así que Dios hizo que hablaran diferentes idiomas para que no pudieran comunicarse, y después los esparció por toda la tierra.

—¡La torre de Babel! —exclamó la niña.

Papá asintió.

—Pero más adelante, en la Biblia, Jesús les dice a Sus discípulos que vayan y cuenten a todos que Él murió y resucitó para salvarlos del pecado. Cuando el Espíritu Santo vino en Pentecostés, los apóstoles predicaron el evangelio a una multitud que hablaba muchos idiomas distintos, y todos lo entendieron. ¡Era un milagro! Y Dios sigue abriendo caminos para que las personas en todo lugar escuchen las Buenas Nuevas de Jesús, sin importar cuál idioma hablen.

—Guau —dijo Keisha—. ¡Me muero por contarle esto a Fatmata!

BONNIE CARR

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VERSÍCULO CLAVE: MATEO 28:19

VAYAN, PUES, Y HAGAN DISCÍPULOS DE TODAS LAS NACIONES, BAUTIZÁNDOLOS EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO.

¿Sabías que Dios quiere que cada uno de nosotros hable a los demás sobre Jesús y de cuánto Él los ama? No es necesario que viajes a otro país para hacerlo. Puedes contarlo a tus amigos, vecinos y miembros de tu familia. Puedes invitarlos a la iglesia o a tu grupo de jóvenes, para que puedan aprender sobre Jesús. Confía en que Dios te usará donde estés para propagar las Buenas Nuevas de salvación a las personas de todo el mundo.

Clave de Hoy
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