La puerta hacia la libertad

El viento agitaba el cabello de Samuel y el agua salpicaba su cara mientras el bote se acercaba a la Isla de la Libertad en la bahía de Nueva York.

—¡Miren! Ahí está —exclamó Samuel, apuntando con el dedo a la Estatua de la Libertad. El niño se quedó apoyado en la baranda mientras de acercaban.

—Oí que esta área es conocida como la «puerta hacia la libertad» —comentó la abuela cuando el bote llegó al muelle—. ¿No crees que la Estatua de la Libertad es hermosa?

—Mis abuelos sí lo creían —comentó el abuelo—. Recuerdo que me contaban cómo se sintieron al llegar a Estados Unidos desde los Países Bajos. Decían que la Estatua de la Libertad fue lo primero que les dio la bienvenida a una nueva tierra.

—Apuesto a que estaban felices de haber llegado acá —opinó Samuel.

Su abuelo asintió.

—Sí, estaban felices. También se alegraron cuando se hicieron ciudadanos de este país unos años después.

—¿Conoces el poema que está escrito en una placa en la base de la estatua? —preguntó Samuel—. La señora Cueva nos hizo memorizar una parte en clase. «Dame a los cansados, a los pobres, a las masas amontonadas que anhelan ser libres» —el niño levantó la mirada para ver la parte de arriba de la estatua—. La maestra dice que todavía hay muchas personas de otros países que vienen aquí en búsqueda de paz y libertad.

—Sí —afirmó el abuelo después de bajar del bote—. Como tantas personas quieren venir a Estados Unidos, nuestro gobierno pone un límite para la cantidad de personas que pueden entrar. La puerta ya no está abierta para todos.

—Lo sé —expresó Samuel—. La señora Cueva nos contó que no aceptan a los criminales. Y dijo que hay un límite para la cantidad de personas que pueden venir cada año de las diferentes regiones.

—Eso me recuerda que hay otra puerta hacia la libertad, una que está abierta para todos los que quieran entrar por ella —declaró el abuelo—. Jesús nos invita a todos a acercarnos a Él. Quienes confían en Jesús como su Salvador reciben libertad del pecado y del poder de Satanás, y pueden descansar en la paz de Dios mientras caminan con Él cada día.

—Y recibimos una ciudadanía en el cielo —agregó la abuela.

Samuel asintió y después señaló a un grupo.

—¡Vamos! —indicó—. Está empezando el recorrido y quiero ver la placa con el poema.

JAN L. HANSEN

PUEDES SER UN CIUDADANO DEL CIELO

VERSÍCULO CLAVE: FILIPENSES 3:20 (NTV)

NOSOTROS SOMOS CIUDADANOS DEL CIELO, DONDE VIVE EL SEÑOR JESUCRISTO; Y ESPERAMOS CON MUCHO ANHELO QUE ÉL REGRESE COMO NUESTRO SALVADOR.

¿Eres un ciudadano del cielo? ¿Has recibido a Jesús, confiando en Él para que te salve del pecado y te dé vida eterna? La oferta de Dios está abierta a todos y no hay límite para la cantidad de personas que Él acepta. Nadie ha hecho nada que no pueda ser perdonado. Acércate a Jesús hoy mismo y Él te recibirá en Su Reino. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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