Gabriel y Asaf

Gabriel cruzó los brazos y arrugó su cara con fastidio.  “Los papás de Horacio le dejan hacer lo que él quiere”, le contó a su papá, “y parece que todo siempre le sale bien.  ¡Le acaban de dar una patineta nueva por Navidad!”  Gabriel comenzó a sentir amargura al pensar en todas las cosas que Horacio tenía.  “Pensé que Dios trataba a las personas que Lo aman mejor que a quienes no Lo aman.  ¡Horacio no es cristiano, pero tiene mejores cosas que yo!  ¿Por qué?”

Su padre sonrió.  “Te pareces mucho a Asaf”.

“¿A quién?”  Gabriel miró desconcertado a su papá.

“Asaf.  Era un hombre que escribió algunos salmos de la Biblia.  Ven, te voy a mostrar”.

Gabriel y su padre se sentaron en el sofá, y este último puso el Salmo 73 en una aplicación de su teléfono.  “Mira, hijo”, señaló.  “Al inicio del salmo, Asaf se queja con el Señor porque las personas malas están prosperando y tienen mucho éxito, mientras que a él le pasan cosas terribles”.  Papá leyó varios versículos.

“¡Guau!  Entiendo perfectamente a qué se refiere”, afirmó Gabriel.

“Me lo imaginé”, comentó el padre.  “Los versículos siguientes muestran cómo Asaf cambió de opinión.  Recordó que las personas que no conocen al Señor solo pueden esperar la destrucción al final.  Los que son salvos recibirán el bien cuando se termine la vida en la tierra”.

Gabriel meditó en estas palabras.  “Supongo que no me está yendo tan mal, después de todo”, admitió.  “Horacio recibirá su merecido algún día”.

“¡Espera!”, exclamó papá.  “No hables tan rápido, hijo.  Podemos estar agradecidos porque Dios nos ha mostrado misericordia.  Si nosotros no recibimos lo que merecemos es solo porque confiamos en Jesús, quien tomó el castigo por nuestros pecados al morir en una cruz.  No nos corresponde juzgar a Horacio.  Más bien, oremos por él.  Pidámosle a Dios que te use para mostrarle a Horacio Su misericordia y Su amor, para que ponga su confianza en Jesús y que todo esté bien para él al final.  ¿Está bien?”

Gabriel asintió.  “Está bien”, dijo.  “Sé que Jesús ama también a Horacio y quiero que ambos pasemos la eternidad con Él”.  – A. W. SMITH

JESÚS NOS SALVA DE LA DESTRUCCIÓN

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 73:28 (NTV)

¡QUÉ BUENO ES ESTAR CERCA DE DIOS!  HICE AL SEÑOR SOBERANO MI REFUGIO, Y A TODOS LES CONTARÉ LAS MARAVILLAS QUE HACES.

¿Conoces a personas que no son salvas y que parece que les van mejor que a ti?  A menos que confíen en Jesús como su Salvador, no tendrán un futuro con Él en el cielo.  Dale gracias a Jesús por haberte salvado del pecado y ora por quienes no lo conocen.  Cuéntales a otros lo que Jesús ha hecho por ti, para que sepan que también pueden ser salvos del pecado y tener vida eterna con Él.

Clave de Hoy
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