El bote que no se puede hundir

Gabriel caminó hasta el final del muelle y se sentó. Dejó que sus pies descalzos tocaran el agua y se quedó con la mirada perdida en la distancia.

—¿Qué haces? —preguntó su padre, sentándose junto al niño.

—Solo pensando en algunas cosas —Gabriel movió sus pies en círculos dentro del agua.

—¿Hay algo de lo que quisieras hablar? —preguntó papá.

Gabriel se quedó en silencio por un momento.

—¿Te acuerdas de mi amigo Adrián, que vino la semana pasada?

Su padre asintió. El niño dio patadas suaves en el agua, provocando que salpicara un poco, y entonces agregó:

—Adrián acaba de enterarse de que tiene cáncer.

—Lo lamento mucho —expresó papá—. Vamos a tener que agregar a Adrián a nuestra lista de oración.

Gabriel sacó sus pies del agua, dobló sus piernas, pegándolas a su pecho y las rodeó con sus brazos.

—Papá, si Dios nos ama, ¿por qué permite que sucedan cosas malas? ¿Por qué debemos orar por Adrián si Dios permitió que él se enfermara?

Su padre se quedó en silencio antes de hablar:

—Dios nos ama mucho a cada uno de nosotros, pero no significa que no afrontaremos problemas. Solo significa que no los afrontaremos solos. Nuestro mundo está roto por el pecado, pero Jesús está con nosotros —papá hizo una pausa y miró hacia el lago—. ¿Ves a esas dos personas que están pescando en ese bote de remos? —Gabriel asintió—. Ese bote es como Jesús —explicó el padre—. Esos dos pescadores seguirán experimentando las cosas de la naturaleza, como el viento, la lluvia y todo lo demás. Pero mientras su bote esté intacto, no se hundirán, pase lo que pase. Lo mismo pasa con nosotros. Todos afrontamos problemas en la vida, pero ya que nuestra fe está en Jesús, nunca estamos solos y siempre tendremos esperanza porque Él nos ha prometido vida eterna a Su lado. El amor de Jesús es como un bote que no se puede hundir. Él nos sostiene aun en la enfermedad y la muerte.

Gabriel suspiró.

—Es que me siento tan triste por Adrián.

Su padre asintió.

—Sé que es difícil ver a tu amigo pasar por esto, pero puedes ayudarlo orando por él y recordándole que Jesús lo ama y sabe lo que está viviendo. Habla con Jesús sobre esto y confía en que Él te ayudará a estar ahí para Adrián.

Gabriel observó en silencio el bote de remos por unos minutos, y después preguntó:

—Papá, ¿podemos orar ahora por Adrián?

MELISSA YEAGLE

EL AMOR DE JESÚS NUNCA FALLA

VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 8:38-39

PORQUE ESTOY CONVENCIDO DE QUE NI LA MUERTE… NOS PODRÁ SEPARAR DEL AMOR DE DIOS QUE ES EN CRISTO JESÚS SEÑOR NUESTRO.

¿Oras por tus amigos y seres queridos que están enfermos? ¿Tú mismo estás pasando por un momento difícil? Como cristianos, podemos entregarle nuestras preocupaciones a Jesús. Su amor por nosotros es como un bote que nunca se puede hundir. Aunque vivimos en un mundo roto, tenemos esperanza porque Jesús nos ha rescatado del pecado y de la muerte, y está trabajando para hacer nuevas todas las cosas. Mientras tanto, podemos orar porque sabemos que Él siempre está con nosotros y consuela a todos los que sufren.

Clave de Hoy
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