Demasiado sucio para el cielo

El perro de Jaime se puso a correr por toda la sala, ladrando a los hombres que se llevaban el viejo sillón y la silla.  El can correteó por la alfombra desgastada y descolorida, mientras los trabajadores trataban de quitarla.

“Jaime”, le llamó su madre, “por favor, toma a Botones y llévalo afuera hasta que los trabajadores hayan terminado”.

“Está bien”, contestó Jaime.  “Vamos, Botones.  Te emociona la nueva alfombra y los nuevos muebles que vamos a comprar, ¿verdad, amigo?”

Unas horas después, finalmente todo estuvo listo.  “¡Guau, mamá!”, opinó Jaime.  “¡Qué bien se ve la sala!  Todo está tan limpio y nuevo”.

“Sí.  Desde hace tiempo necesitábamos cosas nuevas”.  En ese omento, Botones entró en la sala.  “¡Saca a ese perro de aquí!”, exclamó mamá.

“Pero, mamá, él también quiere ver las cosas nuevas.  Siempre lo habías dejado entrar a la sala”.

“Eso era cuando teníamos nuestros muebles viejos y la alfombra mugrienta”, respondió la madre.  “¡Quiero que nuestras cosas nuevas permanezcan limpias!  ¡Sa va para afuera!”

“Lo siento, amigo”, expresó Jaime mientras llevaba a Botones a la cocina y le pidió que se quedara ahí.

Esa noche, su padre contó a la familia sobre una conversación que tuvo con un compañero de trabajo ese día.  “Pepe no puede entender que necesita a Jesús.  Él cae bien a todos y ha recibido muchos premios por su servicio a la comunidad. He tratado de decirle que todos somos pecadores que necesitan ser salvos para poder ir al cielo, pero Pepe todavía cree que es lo suficientemente bueno como para llegar allá por su cuenta”.

“Así como Botones”, afirmó Jaime.  “Antes le permitían estar en la sala, cuando los muebles y la alfombra eran viejos, así que creía que le permitirían entrar también con las cosas nuevas.  Yo lo hubiera dejado entrar, pero mamá no.  ¡Ella me obligó a sacarlo!”

“Es un buen punto”, comentó papá.  “A pesar de que nos veamos bien delante de los demás en este mundo pecador, estamos sucios ante los ojos de Dios.  Así como nuestra sala, todo en este mundo será hecho nuevo algún día, y nada pecaminoso será permitido adentro.  Esa es la razón por la que necesitamos a Jesús.  Él lava nuestros pecados, para que podamos ser parte del nuevo mundo que vendrá”.

“¿Qué tal si mañana le cuentas a Pepe sobre Botones?”, sugirió Jaime.  “A lo mejor eso le ayude a entender”.  SHERRY L. KUYT

EL PECADO NO PUEDE ENTRAR EN EL CIELO

VERSÍCULO CLAVE: HABACUC 1:13 (NTV)

PERO TÚ [DIOS] ERES PURO Y NO SOPORTAS VER LA MALDAD.

¿Crees que Dios te dejará entrar al cielo porque eres una muy buena persona?  Puede que seas bueno según los estándares del mundo, pero no según los de Dios.  Debido a que Él es bueno, no puede soportar el pecado de ninguna clase.  Esa es la razón por la que necesitas a Jesús.  Cuando pones tu confianza en Él, lava tus pecados y te deja limpio, para que puedas pasar la eternidad con Él.  (Presiona aquí para que leas acerca de las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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