Campo de entrenamiento

Ring, ring, sonó el timbre de la puerta.  “¡Emilio!”, gritó la madre.  “¡Te llegó un paquete!”

Emilio bajó corriendo por las gradas.  “¿De quién es?”, preguntó con curiosidad.

La mamá le echó un vistazo a la dirección del remitente en la caja.  “Parece que es de tu tío David.  Creo que es tu regalo de cumpleaños”, dijo, entregándole el paquete a Emilio.

“¡Qué bien!  ¡Gracias, mamá!”  Emilio rompió la caja para abrirla.  Unos minutos más tarde, sus pies descalzos se ocultaron en unas genuinas botas de vaquero.

“Te quedan bien.  Ahora solo te falta un caballo”, dijo mamá con una sonrisa.  “¿Por qué no vas a mostrarle tus botas a tu hermano?”

Emilio pisó fuerte en su camino por el pasillo hacia la habitación de su hermano mayor, donde Julio estaba empacando para irse al campo de entrenamiento militar.

“Hola, Julio”, exclamó, señalando su nuevo calzado.  “Mira, ¡son botas!”

Julio se rio.  “Estás lindas.  ¿Te las mandó el tío David?”

Emilio asintió.  “Sí”, contestó mientras se subía a la cama de Julio y se ponía cómodo.  “¿Qué cosas vas a aprender en el campo de entrenamiento militar?”, preguntó.

“Son diez semanas de intenso entrenamiento militar.  Nos enseñarán disciplina y un nuevo vocabulario.  Acataremos órdenes sin hacer preguntas y aprenderemos a cuidar de los miembros de nuestro equipo.  También voy a aprender a prepararme para proteger a nuestro país y mantener a salvo a sus ciudadanos, incluso si eso implica morir por ellos”.

“Guau…  ¿Tienes miedo, Julio?”, preguntó Emilio, abriendo los muy abiertos.  “Yo sí estaría asustado”.

“Te estaría mintiendo si te dijera que no tengo un poquito de miedo”, confesó Julio.  “Pero sé que Jesús murió para salvarme, y Él prometió que estará conmigo en toda situación, incluso en la muerte.  Recordar eso me da valentía, incluso cuando mi corazón late como loco”.

Emilio estaba mirando fijamente sus botas nuevecitas cuando se le ocurrió una idea.  “Mientras estés fuera”, le contó a Julio, “voy a ponerme mis botas todos los días.  Y cada vez que me las ponga, voy a orar por ti”.

“Gracias, hermanito”, exclamó Julio, despeinando el cabello de Emilio.  “Eso significa mucho para mí”.  El joven sonrió.  “¡Solo no te olvides de lavarte los pies!”KELLY HOPE

NO TENGAS MIEDO, JESÚS ESTÁ CONTIGO

VERSÍCULO CLAVE: JOSUÉ 1:9

¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.

¿Alguna vez te has sentido asustado o solo?  Puede que no estés saliendo para pelear por tu país, pero quizá haya algo más en tu vida que te hace sentir solo y asustado, como una nueva escuela o un divorcio en tu familia.  Recuerda que Jesús está contigo en cada situación.  Pídele que te dé valentía y ora por otras personas que, a lo mejor, también se sienten solas y con miedo.

Clave de Hoy
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