Atrapado en un contenedor

“¡El tío Roberto me enoja tanto!”, reclamó Alba cuando terminó una videollamada con su prima.  “Estaba hablando con Celia y ella lloraba.  El tío Roberto se fue a tomar otra vez y la empresa eléctrica está amenazándoles con cortarles el servicio si la tía Graciela no paga la cuenta hasta mañana”.

Papá suspiró.  “Siento mucha pena por todos ellos, incluyendo el tío Roberto”.

“¿Te da pena el tío Roberto?”  Alba quedó mirando a su padre.  “¿Por qué te da pena?  Es egoísta y malvado, ¡especialmente cuando toma!”

“No siempre tomó así”, comentó papá.  “Debemos orar por él.  Es un esclavo del alcohol”.

“¡Pero podría ser libre si quisiera!  Es solo que…”  En ese momento, Alba fue interrumpida por un ruido fuerte en el garaje.  “¿Qué fue eso?”

“No lo sé”, señaló su madre.  “Será mejor que vayamos a averiguar”.  Mamá caminó hacia la puerta y la abrió.  Sus ojos encontraron una escena extraña.  Su perro, Boston, tenía un contenedor plástico en su cabeza y corría salvajemente, chocándose con todo.

La madre llamó al perro asustado y lo tomó en sus brazos.  Ella lo calmó mientras el padre retiraba con delicadeza el contenedor de la cabeza de la mascota.  “Este es el contenedor que usábamos para guardar la comida de Boston”, explicó papá.  “Debe haberlo olido y pensó que había comida adentro, y luego se quedó atorado”.

“¡Pobre Boston!”  Alba abrazó el cuello de su perro.  “Pudiste haberte sofocado”. 

“¿Qué tal si regañáramos a Boston y le dijéramos lo necio que fue por meter la cabeza en un contenedor vacío?”, preguntó su padre.  “¿Eso le habría ayudado?”

Alba frunció el ceño.  “Por supuesto que no”.

“Regañar al tío Roberto tampoco lo ayudará.  Es como Boston”, aseguró papá.  “Boston pensaba que había algo bueno en un contenedor vacío, y yo creo que eso también es lo que ha metido al tío Roberto en problemas.  Ahora quedó atascado en una trampa tan poderosa, que no puede liberarse.  Solo Jesús puede hacerle libre de sus hábitos pecaminosos”.

“No odies al tío Roberto, Alba”, le animó mamá.  “Él necesita tu compasión y tu amor.  Oremos por él ahora mismo y luego llamaremos a la tía Graciela para ver cómo podemos ayudar”.  BARBARA J. WESTBERG

PREOCÚPATE POR LOS DEMÁS

VERSÍCULO CLAVE: JUAN 15:12

ESTE ES MI MANDAMIENTO: QUE SE AMEN LOS UNOS A LOS OTROS, ASÍ COMO YO LOS HE AMADO.  

¿Conoces a alguien que esté atascado en la trampa del pecado y la adicción?  No justifiques su pecado, pero no odies a la persona.  Jesús es el único que puede cambiar su corazón y hacerle libre.  Muéstrale el amor y la compasión de Jesús a esa persona, y ora para que lo vean a Él como su Salvador, de modo que puedan ser libres de sus hábitos pecaminosos y vivan para Él.

Clave de Hoy
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