Nadando en desobediencia

Hace mucho calor”, pensó Lucas.  “Ojalá el abuelo me dejara ir a nadar”.  Lucas estaba pasando el verano con su abuelo en la costa, y este le había advertido que podría haber lagartos cerca.  Entonces, mientras su abuelo tomaba la siesta después del almuerzo, Lucas se sentaba en el patio trasero, mirando el lago con ganas.  Buscó lagartos, pero jamás vio ninguno.

Una tarde el calor se puso insoportable, y Lucas decidió darse un pequeño chapuzón.  Se mantuvo alerta por los lagartos, pero no vio ninguno.  Al día siguiente, Lucas se volvió a meter en el agua.  Cuando no vio señal de ningún lagarto, decidió nadar un poquito.  “Siempre y cuando esté fuera del agua y seco antes de que el abuelo se despierte, él nunca se enterará”, pensó el niño.

Unos días más tarde, mientras Lucas se daba su baño usual en el lago, se estaba divirtiendo mucho cuando vio un par de ojos que venían hacia él.  Se quedó sin aliento.  ¡Un lagarto!  Comenzó a nadar hacia la orilla con todas sus fuerzas, pero el lagarto seguía acercándose cada vez más.  “¡Auxilio!  ¡Socorro!”, gritó Lucas.

Un vecino que estaba en su bote vio lo que estaba sucediendo y aceleró para llegar al lugar.  Cuando la embarcación se acercó, el lagarto se fue para otro lado.  Lucas se trepó en el bote ya sin fuerzas y temblando, luego de haberse salvado por un pelo.

El vecino lo llevó hacia la orilla y Lucas se sorprendió al encontrar a su abuelo, que lo esperaba con ansiedad.  “Lo siento, abuelo”, expresó Lucas con lágrimas.  “No vi ninguna señal de que haya lagartos toda la semana, y el lago se veía tan tranquilo y pacífico.  Pensé que estaría bien nadar un poquito”.

El abuelo sacudió su cabeza cuando oyó toda la historia.  “Lo que hiciste estuvo muy mal.  Te comportaste como un necio.  Ignoraste el peligro y te lanzaste a hacer algo que sabías que estaba mal, ¿no es así?”  Con la mirada baja, Lucas asintió.  “Con frecuencia sentimos la tentación de pecar cuando las cosas malas parecen tan disfrutables y atractivas que hasta parecerían buenas”, explicó el abuelo.  “Cada vez que te sientas tentado a hacer algo que sepas que no deberías hacer, piensa en ese lagarto.  Recuerda que el pecado es dañino, sin importar lo lindo que parezca.  Esa es la razón por la que Jesús murió por nosotros, para salvarnos del pecado.  Y esa es la razón por la que debemos confiar en Él para que nos perdone cuando hacemos algo malo y que nos ayude a hacer lo que es correcto”.– CINDY HUFF

NO DEJES QUE EL PECADO TE ENGAÑE

VERSÍCULO CLAVE: MATEO 14:30

[PEDRO] TUVO MIEDO, Y EMPEZANDO A HUNDIRSE GRITÓ: “¡SEÑOR, SÁLVAME!”

¿Crees que si algo se siente bien no puede ser malo?  Eso no es lo que dice la Biblia.  Dios tiene estándares definidos de lo que es bueno y lo que es malo, y cualquier cosa que se vaya en contra de lo que Él diga es pecado.  Puede que el pecado parezca inofensivo y divertido, pero siempre terminará haciéndote daño a ti y a otros.  Cuando caigas en pecado, confiésalo a Jesús.  Él te perdonará y te ayudará a que aprendas a hacer lo correcto.

Clave de Hoy
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