Multas pagadas

Cristina se dirigió a la recepción de la biblioteca con un libro.  Orgullosamente presentó su carné de la biblioteca y observó mientras el bibliotecario lo escaneaba.  Pero, para asombro de la niña, el bibliotecario frunció el ceño y le regresó su carné.

“Lo siento, pero el libro que devolvió la semana pasada estaba vencido y ya no puede sacar más libros hasta que pague las multas de su carné”.

“Oh”.  Cristina miró anhelante el libro que estaba en el escritorio.  “¿Podría reservarme este libro?  Regreso en un momento”.

Cristina corrió a la sección infantil, donde su madre leía algo para su hermanita menor, Emilia.  “¡Mamá!  ¡Mamá!  Por favor, ¿me puedes dar un poco de dinero?”

“¿Para qué necesitas dinero?”, preguntó la madre, poniendo a un lado el libro de Emilia.

“Mi carné de la biblioteca tiene multas, así que no puedo sacar ningún libro hasta que pague.  ¡Por favor!”  Cristina miró nerviosamente el escritorio de la recepción para asegurarse de que nadie estuviera tratando de llevarse el libro que ella quería.  Mamá le entregó un poco de dinero y la niña salió corriendo para sacar su libro.

En el camino a casa, mamá miró a Cristina, que tenía la nariz enterrada en su libro.  “¿Estás disfrutando tu lectura?”, preguntó.

Cristina cerró el libro y sonrió.  “¡Sí!  Estoy tan contenta por haber podido sacarlo.  Gracias por pagar la multa, mamá”.

“De nada.  ¿Sabes?  La situación con tu carné de la biblioteca me recuerda de cómo Jesús nos salvó”.

“¿Ah?”  Cristina estaba confundida.

“Bueno, tú no podías sacar ese libro a menos que la multa estuviera pagada”, explicó su madre mientras metía el automóvil al garaje.  “Y así como tu carné de la biblioteca, cada uno de nosotros tiene sus propias multas que también deben ser pagadas: nuestros pecados.  Si Jesús no hubiera muerto en la cruz por nosotros, no podríamos disfrutar de una relación con Él y tener vida eterna”.

“Así como no podía disfrutar de este libro si las multas de la biblioteca no estaban pagadas”, afirmó Cristina.

“Correcto”, señaló mamá mientras ayudaba a Emilia a salir del automóvil.  “No merecíamos el sacrificio de Jesús, pero debido a que Él nos ama, estuvo dispuesto a pagar el precio”.

Cristina miró su libro y sonrió.  “Ahora, cada vez que vaya a la biblioteca, recordaré cómo Jesús pagó las multas por mi pecado”.  – TAYLOR CAREY

JESÚS PAGÓ EL PRECIO POR EL PECADO

VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 1:7

EN ÉL TENEMOS REDENCIÓN MEDIANTE SU SANGRE, EL PERDÓN DE NUESTROS PECADOS SEGÚN LAS RIQUEZAS DE SU GRACIA.

¿Alguna vez has tenido que pagar un precio para saldar una deuda, como una multa en un carné de la biblioteca?  Cuando Jesús murió por nosotros en la cruz, pagó la deuda por nuestro pecado y abrió la puerta para que podamos convertirnos en hijos de Dios, a pesar de que no lo merecíamos.  No podemos ganarnos la salvación por nuestra cuenta.  Confía en que Jesús pagó el precio por tu pecado.  (Haz clic aquí para que conozcas acerca de las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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