La grieta que no es reparada

Carlos puso en silencio el reloj inteligente de su papá en la cómoda de sus padres, con la esperanza de que nadie se diera cuenta de que no estaba.  Unas horas antes, el niño lo había tomado prestado sin pedir permiso y accidentalmente había quebrado la pantalla.  Luego salió de puntillas de la habitación, rogando para que su padre no notara la grieta enseguida, pero no podía quitarse la culpa de sus hombros.

Al caminar por el pasillo, encontró a su hermano mayor, Milo, que estaba pintando su habitación.  Carlos observó cómo su hermano pasaba la brocha sobre una grieta que iba desde la ventana hasta el techo.  “Oye, Milo, ¿no vas a reparar esa grieta?”, preguntó.

Milo negó con la cabeza.  “No.  La pintura la va a llenar”.  El niño metió el rodillo en la bandeja de pintura azul.

“Es mejor que la repares, Milo.  Papá siempre remienda…”

“¡Sal de mi habitación y déjame en paz!”, exclamó Milo.  “No puedo hacer nada porque siempre vienes a fastidiarme.  Estoy tratando de concentrarme”.  Entonces Carlos se dio la vuelta y se fue a su propia habitación.

Después de la cena, Carlos siguió la corriente cuando papá fue a inspeccionar la nueva pintura de Milo.  “Se ve muy bien, Milo, con excepción de esa grieta encima de la ventana”, comentó su padre.  “No reparaste la grieta antes de pintarla, ¿verdad?”

Milo frunció el ceño.  “Creí que la pintura la cubriría, y al principio fue así.  ¡Pero ahora la grieta es visible otra vez!”

“Tienes que rellenarla y volver a pintar”, aseguró papá.  “Hay algunas cosas que no se pueden encubrir”.

Cuando Carlos caminaba por el pasillo a su habitación, las palabras de su padre hacían eco en su mente.  No podía dejar de pensar en el reloj.  Finalmente salió a buscar a su papá.

“Hiciste bien en contarme”, dijo papá después de que Carlos confesara lo que había sucedido con el reloj.  “La Biblia dice que el pecado no puede esconderse para siempre.  Tarde o temprano nuestras obras ocultas serán visibles, así como la grieta en la pared.  Esa es la razón por la que necesitamos a Jesús.  Solo Él puede cubrir nuestros pecados, y cuando se los confesamos, Él siempre nos perdonará”.  El padre sonrió a Carlos.  “Y yo también te perdono”.  — BARBARA J. WESTBERG

JESÚS CUBRE NUESTROS PECADOS

VERSÍCULO CLAVE: 1 JUAN 1:9

SI CONFESAMOS NUESTROS PECADOS, EL ES FIEL Y JUSTO PARA PERDONARNOS LOS PECADOS Y PARA LIMPIARNOS DE TODA MALDAD.

¿Tienes algún pecado que estás tratando de encubrir?  Dios dice que eso es imposible, al menos no permanentemente.  Quizá nadie se entere de eso por un tiempo, pero encubrirlo no hará que desaparezca.  En lugar de tratar de mantener tu pecado escondido, confiésalo a Jesús.  Pídele que te perdone y que te ayude a decir “lo siento” a la persona que hayas ofendido.

Clave de Hoy
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